Lechones con retraso en crecimiento intra-uterino

El gran reto a resolver en las camadas de cerdas hiperprolíficas

MVZ, PhD. Marilú Alonso-Spilsbury.
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
Depto. de Producción Agrícola y Animal.

Durante las últimas tres décadas el tamaño de la camada de las cerdas ha aumentado de 7 a 9 lechones, a 11-14 y hasta 17 o 18 lechones (Björkman y cols., 2017; Kobek Thorsen y cols., 2017), esto se debe a la introducción de razas de cerdas hiperprolíficas en la producción comercial. Las cerdas hiperprolíficas fueron genéticamente seleccionadas en países donde los sistemas de alojamiento ya no contemplan el uso de jaulas de maternidad durante toda la lactancia, si acaso la emplean temporalmente durante el parto y los primeros dos o tres días posparto para evitar la mortalidad de los lechones por aplastamiento y para alentar la expresión de conducta social entre la madre y su camada (Hales y cols., 2015; Ko y cols., 2020), de ahí en adelante la cerda y su camada quedan en instalaciones más amigables con el bienestar animal. Sin embargo, dichas cerdas constituyen la mayoría de las piaras comerciales alrededor del mundo, no importando el tipo de instalación en el que son alojadas.

La hiperprolificidad es un rasgo genético caracterizado por la capacidad de una cerda de parir un número de lechones superior al número de tetas (Kobek-Kjeldager y cols., 2019); en promedio, las cerdas tienen de 14 a 16 tetas. La tasa de ovulación y la cantidad de lechones vivos por madre, superior a 14 en primíparas y arriba de 15 en multíparas con la finalidad de incrementar las ganancias del productor con un mayor número de cerdos vendidos sin haber aumentado el número de cerdas en la piara, es todo un reto.

De una población de 1’162,886 camadas nacidas en Francia en 2005, Boulot y cols. (2008) estimaron que 40% de las camadas tuvieron lechones vivos que excedieron 14 tetas. Sin embargo, para poder sacar adelante a los lechones que exceden el número de tetas de la madre, se tienen que emplear diferentes estrategias de donación de lechones con el uso de cerdas nodrizas y/o de lactancia artificial (Amdi y cols., 2017; Alexopoulos y cols., 2018; Kobek-Kjeldager y cols., 2019).

Tamaño de la camada

Según datos de PigChamp Pro Europa SL (Vizcaíno y cols., 2017), las cerdas con más de 16 lechones nacidos vivos al parto, paren el doble de lechones muertos que las que tienen entre 13 y 16 lechones, y más del triple que las que paren menos de 13. Al aumentar el tamaño de la camada habrá más lechones peleando y en competencia por las tetas de la madre y, por lo tanto, menor éxito durante el amamantamiento, siendo los lechones más pequeños los que presentan mayor desventaja competitiva (Kobek-Kjeldager y cols., 2020).

Duración de la gestación

Al aumentar el tamaño de la camada disminuye la duración de la gestación y aunque es más corta en primíparas que en multíparas (Pedersen y Jensen, 2008), es crucial que el porcicultor conozca la duración promedio de la gestación en su piara ya que es común emplear prostaglandinas o análogos para sincronizar los partos (no antes de dos días antes de la duración media de la gestación de la piara) en la maternidad a fin de que se puedan atender por personal calificado; sin embargo, si las prostaglandinas se emplean con antelación a la prescripción, hay más probabilidades de que las cerdas tengan lechones con síndrome de retraso en crecimiento intra-uterino (RCIU). Un estudio en piaras nacionales indica que las edades gestacionales de 107 a 109 días aumentan la mortalidad intraparto, incrementan la duración del parto, disminuyen el peso de los lechones al nacer y tienen severas repercusiones en el metabolismo de los lechones (Mota-Rojas y cols., 2015).

Peso al nacimiento e implicaciones en la viabilidad del lechón

La viabilidad es la habilidad del lechón para sobrevivir, mientras que la vitalidad describe la fuerza y vigor de un lechón y representa un factor importante de su supervivencia (Mota-Rojas y cols., 2005; Baxter y cols., 2008).

Existe una correlación negativa entre el tamaño de la camada y el peso del lechón al nacimiento (Boulot y cols., 2008), de igual forma, el peso al nacimiento y el área de la placenta están asociados negativamente con el tamaño de la camada viva (Rootwelt y cols., 2013). En las camadas numerosas los lechones tienen pesos más heterogéneos debido a una disminución del peso promedio al nacer por el RCIU, una forma de inmadurez (Foxcroft y cols., 2006) debida al hacinamiento uterino (Town y cols., 2004). Los lechones con RCIU se reconocen porque al nacer presentan cabeza ovalada con frente tipo domo o delfín (véase Figura 1), bajo peso corporal, ojos desorbitados, arrugas perpendiculares a la boca y talla desproporcionada; esto es, son anormalmente largos y delgados, con el cuerpo asimétrico y las patas traseras estrechas comparadas con los hombros (Chevaux y cols., 2010; Hales y cols., 2013). Las implicaciones en la viabilidad postnatal se deben a alteraciones en el desarrollo de órganos y músculos, daño cerebral, problemas cardiacos y en el crecimiento, por lo tanto, los lechones con RCIU no son muy hábiles para competir por la teta y consumir las cantidades apropiadas de calostro, lo que afecta su inmunidad y potencial de crecimiento (Amdi y cols., 2020).

Figura 1. Perfil del lechón con retraso en crecimiento intrauterino.

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La mayoría de las muertes en lechones con RCIU ocurren en los primeros 2 y 3 días de vida y se deben a aplastamiento, debido a una reducción en su movilidad o bien por problemas gastrointestinales y metabólicos (Ferenc y cols., 2014; Lynegaard y cols., 2020; Matyba y cols., 2021); además, en los sobrevivientes, sus retos en lactancia son mayores porque se quedan con una semana de retraso en crecimiento comparados con sus compañeros de camada con pesos normales (Hansen y cols., 2018). Por todo ello, son de preocupación económica y de bienestar animal (Prunier y cols., 2010).

El peso al nacimiento tiene un papel esencial en la supervivencia de los lechones durante los primeros cinco días de vida ya que un lechón ligero tiene como se mencionó, consecuencias negativas como falta de vigor (vitalidad), mayor latencia a primer amamantamiento (Baxter y cols., 2008), bajo consumo de calostro, pero también más susceptibilidad al frío. Por otro lado, la mortalidad del lechón tiene un efecto negativo en el bienestar animal y en la aceptación del público (Rutherford y cols., 2013).

La mortalidad pre-destete de las camadas de cerdas hiperprolíficas llega a ser de 15% (Koketsu y cols., 2017).

El hecho de que el peso al nacimiento no se haya podido aumentar paralelamente con la inclusión de hembras hiperprolíficas, no es de asombrar, es más, inclusive empeoró. La dispersión del peso medio al nacimiento aumentó (expresado en desviación estándar o en coeficiente de variación, con la presencia de lechones muy pequeños por un lado y muy pesados por el otro), se llegan a tener de 3% a 15.5% (Figura 2) de los lechones con pesos inferiores a 1 kg, siendo ésta una de las causas de que la mortalidad postnatal no haya disminuido mucho. A estos lechones les llamamos “redrojos” y ocurren porque el útero está hacinado y la repartición de nutrientes en los fetos no es pareja, lo que ocasiona RCIU (Foto 1). Ante este hecho habrá quién se pregunte, ¿qué no sería preferible pocos y pesados con alta supervivencia a muchos y livianos con bajas tasas de sobrevivencia?

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Foto 1. Ejemplo de dispersión de pesos en lechones de la misma camada. El lechón de la derecha tiene retraso en crecimiento intra-uterino; se aprecia no solo por su peso, sino también por el aspecto inmaduro de las pezuñas y la cabeza con forma de domo.

Las grandes variaciones de peso (Foto 2) ponen en riesgo varios de los manejos en granja porque se tiene que estar emparejando los pesos en los lotes de cerdos y esto implica agrupaciones constantes con el consabido estrés al que se les somete a los animales cada vez que se lotifica. Por si fuera poco, los lechones con RCIU de camadas numerosas tienen una disminución en el desarrollo de las miofibrillas musculares, factor que limita su crecimiento durante toda su vida (Foxcroft y cols., 2006).

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Figura 2. Histograma de tres categorías de pesos al nacimiento en una población con cerdas hiperprolíficas en México

Tampoco ha aumentado el número de tetas en la cerda —aunque sí su producción lechera— por lo que se tiene que recurrir a cerdas nodrizas que coadyuven con el mantenimiento de esos lechones extra para igualar camadas, tarea que no resulta fácil porque no hay una receta única y depende de las habilidades del porcicultor para decidir cuáles son las cerdas nodrizas más lecheras y cuáles son los lechones candidatos para donar, ¿los más grandes o los más pequeños? Esto se complica si el destete es precoz, si las cerdas están enjauladas, si se emplea sistema de bandas y si se quiere reducir la mano de obra en la maternidad.

Algunas estrategias para ayudar a los lechones con RCIU

Una alternativa que están empleando los escandinavos ante las camadas numerosas de las cerdas hiperprolíficas es la implementación de igualar camadas con el uso de cerdas nodrizas que adoptan lechones bajo dos esquemas (Alvåsen y cols., 2017). Bajo el sistema de una fase, una cerda que ha destetado a sus lechones pasa a ser madre nodriza de cerditos extra (supernumerarios). Al igualar camadas, tradicionalmente se mezcla a los lechones donados con los de la cerda biológica y esto generalmente causa peleas entre ellos por el establecimiento del orden de la teta, lo que afecta los amamantamientos de forma negativa, la cerda está inquieta y hay más amamantamientos interrumpidos y deficiente eyección de la leche causando estrés en los lechones y la cerda. Bajo este esquema todos los cerditos son nuevos para la mamá y habrá quienes tardarán más de 12 horas en aceptarlos, este periodo largo de inanición aumenta el porcentaje de mortalidad en los lechones donados, hasta 20% comparado con 6% en aquellos cuyas cerdas sí aceptaron pronto (<12 h) a los cerditos extra.

Bajo el sistema de amamantamiento de dos fases, se requiere de dos cerdas, la cerda 1 amamanta a su propia camada durante 4 a 8 días y después su camada se pasa a la cerda 2 que recién ha destetado a sus propios lechones; la cerda 1 recibe lechones extra y los amamanta por al menos 28 días con lo que tendrá un periodo de amamantamiento de 5 semanas, mientras que la cerda 2 puede tener una lactancia todavía más larga; todo dependerá de la edad que tengan los lechones que adoptó, si tuvieron 4 días cuando esto pasó, tendrá que amamantarlos al menos por 24 días antes de que los puedan destetar. Este tipo de sistema es muy común en Dinamarca. En el sistema de dos fases todos los lechones biológicos de la cerda son removidos, esto reduce la competencia por las tetas porque todos en la nueva camada son donados, siendo menos estresante para ellos. Sin embargo, las lactancias muy prolongadas tienen efectos negativos en las cerdas enjauladas; disminuyen sus reservas de lípidos y proteínas corporales y algunas veces sus pezones quedan lesionados.

Por más que se ha estudiado el comportamiento materno y se tiene evidencia de que aunque en las jaulas de parición no se tiene sustrato para que la cerda construya un nido como lo hace en vida libre, y que el estrés que le ocasiona la frustración de no poder elaborarlo se ve reflejada en altos niveles de cortisol y ACTH sanguíneo y menor concentración de oxitocina, haciendo los partos más prolongados, parece que la tendencia seguirá siendo la misma en sistemas intensificados fuera de Europa, a menos que se adopten jaulas más amigables con el comportamiento de las hembras o que se regrese al uso de corrales pero con algunas limitaciones. No obstante, en granjas a pequeña escala, sí se pueden emplear sistemas menos intensivos, que permitan que la cerda tenga más espacio para moverse y construya nido, ya que finalmente es una conducta innata y fuertemente motivada por un control hormonal endógeno.

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Foto 2. Diferencia muy marcada en el peso de lechones de camadas numerosas.

Si hay lechones bajos de peso, ¿qué hacer con ellos? Habrá que conjuntar ciencia, pasión y sentido común, se trata de un problema muy complejo. Hasta ahora el punto de corte de acuerdo con simuladores económicos es 0.850 kg como el límite mínimo para salvar lechones en los genotipos modernos (IFIP, 2005). De forma similar, recientemente, Crespo y Gadea (2021), mediante una curva ROC (Receiver Operating Characteristic) estudiaron en España la relación entre el peso al nacimiento y supervivencia hasta fin de cebo, determinando que el peso de 0.815 kg es el punto de corte para diferenciar la supervivencia en lechones. De acuerdo con estos autores, el peso al nacimiento determina los costos de producción (costo del lechón, costo de cerdo a matadero y costo de kg de animal), siendo los animales con peso inferior a 0.890 kg los que se alejan de la rentabilidad económica.

Cuidados neonatales

El cuidado del neonato porcino requiere de habilidades por parte del operario (“maternero”), que sean personas capacitadas, con iniciativa ante complicaciones, con buena actitud y responsabilidad, que sepan que están tratando con seres vivos sintientes y vulnerables (muchos de ellos con bajo peso). La supervisión y asistencia de partos en cerdas hiperprolíficas es crítica por varias razones, entre otras porque el tamaño de la camada es más grande y sabemos que esto puede ocasionar partos distócicos con riesgo de presencia de mortinatos. En nuestro país se contrata mucho personal femenino en esta área debido a que el instinto materno, o, mejor dicho, el papel de la oxitocina cobra relevancia especial en la conducta de la mujer porque los efectos están fuertemente modulados por los estrógenos (Campbell, 2008). De acuerdo con Uvnäs-Moberg (2009) el masaje es una de las mejores formas de liberar oxitocina no solo en la persona que lo recibe, sino en la que lo da, de hecho, los masajistas terapeutas liberan niveles elevados de la hormona.

Se aconseja masajear a la cerda cuando tras la expulsión de un lechón han transcurrido hasta 60 minutos de espera. Antes, el criterio que se empleaba era el de 20 minutos entre lechones; sin embargo, un trabajo exhaustivo de Vallet y cols. (2010), muestra que los cerditos pueden tolerar intervalos de hasta una hora sin la presencia de mortinatos; el intervalo con el último lechón en nacer es peligroso porque éste sí puede nacer muerto.

Lo que ocurre al masajear a la cerda es que ésta libera oxitocina acelerando el parto, proceso que queremos que sea rápido y natural porque las cerdas estarán pariendo más de 12 lechones cada una, en algunos casos durante 5 horas. La masajista (“la maternera”) también libera la hormona, lo que le produce relajación y tranquilidad, de gran utilidad para no estresarse por atender varios partos numerosos en un solo día. Hoy se sabe que la oxitocina es la hormona antiestrés, de la calma y bienestar, pero de este interesante tema hablaremos en otra ocasión. Una vez que nacieron los lechones es importante secarlos para que no pierdan calor. En la naturaleza, la cerda construye un nido que permite secar a los lechones y resguardarlos frente a los cambios en el clima (temperatura, humedad, ventilación); a falta de esto, habrá que ponerlos bajo una fuente de calor. Enseguida, habrá que ligar y desinfectar el cordón umbilical correctamente, de otra forma corre el peligro de adquirir infecciones por esta vía y presentar onfalitis.

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Figura 3. Histograma de la composición porcentual de lechones de acuerdo con su peso medio al nacimiento y la prolificidad de las cerdas.

Si nacen lechones débiles, habrá que estimularlos a respirar y ponerlos a mamar calostro lo antes posible, siempre sin perturbar el proceso de parto; es decir, sin ruido, presencia de perros o extraños y con calma, minimizando cualquier distracción en la cerda. Los lechones más pequeños al nacer (<1.3 kg) tienen menor consumo de calostro (72 vs. 326 g) (Devillers, 2004) y menor habilidad para termorregularse. Si nacieron de una cerda primípara será más difícil para ellos sobrevivir porque estas cerdas producen menos calostro. Una buena idea es dárselos en donación a una cerda de segundo parto cuya producción de leche es 25% mayor que la de una primípara; con la recomendación de que la atención sobre estos lechones tendrá que hacerse durante las primeras 48 horas.

Resaltamos algunos hallazgos publicados con nuestro colega y amigo Uriel Rendón (Rendón y cols., 2017) y que son pertinentes respecto a las cerdas hiperprolíficas. El Dr. Rendón encontró que las cerdas de alta prolificidad tuvieron una mayor proporción de lechones con bajo peso (Fig. 3), y éstos demoraron más en mamar calostro, también fueron los que se posicionaron en mayor proporción en las tetas posteriores de la cerda y tuvieron una menor ganancia de peso en la lactancia y a edad de matanza con respecto a sus hermanos de camada más pesados. Cabe señalar que no solo el lechón de una cerda hiperprolífica requiere cuidados, también la cerda misma, pues pueden acontecer problemas con la expulsión de remanentes de la placenta (retención placentaria primaria), endometritis, problemas de involución uterina y de reactivación ovárica.

Actualmente entre los desafíos más grandes en el área de maternidad son las camadas numerosas con lechones con una gran dispersión en sus pesos medios al nacer, así como disminuir la mortalidad pre-destete. Por ello la atención de partos de hembras hiperprolíficas es prioritaria. Según Knox (2005) la atención de partos mejora la cantidad de lechones nacidos vivos por cerda en 5%, esto es, 0.5 lechones más por parto atendido. Por otra parte, de acuerdo con Dove (2009), hasta el 25% de los cerditos que aparecen muertos al parto (mortinatos) pudieron haber sido salvados si alguien hubiese atendido esos partos. De forma tal que al hacer el ejercicio de costo-beneficio usando cualquiera de los dos criterios, conviene más pagar a un operario para que atienda los partos.

Una recomendación si se tienen varios partos simultáneos que atender en una sala sería monitorear un parto cada hora y no cada 20 minutos, puesto que hay evidencia de que los lechones pueden aguantar hasta una hora sin que ocurra un mortinato, siempre y cuando éste no sea el último de la camada en nacer. Desde luego cabe advertir que pudieran presentarse mortinatos en el proceso de parto, debido a la acumulación de estrés en la cerda y en la circulación fetal de los lechones nacidos al final, toda vez que los animales requieren de contacto continuo y calmado con el ser humano, de otra forma presentan miedo y éste puede ser un estresor agudo y crónico, con consecuencias negativas en la salud de las cerdas y su rendimiento, por tanto, no se deberían escatimar recursos en la supervisión de los partos y seguimiento a los lechones en las primeras 48 horas de nacidos.

La otra recomendación es en torno al uso de prostaglandinas para sincronizar los partos. Es muy importante que no se apliquen antes del día 112 de gestación, de otra forma los lechones nacerán con un retraso en crecimiento intra-uterino muy marcado, bajo peso al nacer debido a la falta de madurez y baja viabilidad, y en muchos casos habrá presencia de mortinatos. Lo que conviene es calcular cuántos días de gestación tiene la piara, puede que el promedio sea 117 días y no 114, y si no se utilizan bien los días de duración de la gestación, se pueden cometer errores al emplear las prostaglandinas; se deben usar no antes de 2 días anteriores al promedio de duración de la gestación de la piara en la granja.

Referencias en BM Editores.

Artículo publicado en Los Porcicultores y su Entorno Mayo Junio 2022

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