Factores por considerar para el correcto desarrollo de las hembras para reemplazo.II

Departamento Técnico GRUPO NUTEC®
Edgar Olvera-Vega
Mariam Y. Vázquez
Oscar F. Marroquín
Erick Castañón-Mendoza.

  1. Variables para medir el rendimiento de las primerizas

El rendimiento de por vida de la cerda se puede predecir hasta cierto punto utilizando factores de rendimiento reproductivo, que son predictores a nivel de la cerda y del hato. Estos son: a) peso al nacer, peso al destete y tasa de crecimiento pre-destete de la hembra para reemplazo, b) hembras ciclando, c) edad y peso de la primeriza al primer servicio, d) repetición del servicio en las paridades cero-uno, e) número de lechones nacidos vivos (LNV) y muertos (LNM) en el primer parto, f) intervalo entre destete y primer servicio en el parto uno, g) prolificidad, h) fertilidad e, i) longevidad. Usando dichos predictores se podría maximizar el potencial de una cerda y optimizar su productividad de por vida (Koketsu y Lida, 2020), a continuación, se detallan los más importantes.

  1. Peso al nacer, peso al destete y tasa de crecimiento pre-destete

En las últimas décadas, la selección para mejorar la prolificidad ha dado como resultado camadas de mayor tamaño y por lo tanto se aumentó la proporción de lechones de bajo peso al nacer. Hembras para reemplazo con peso al nacer menor a un kg tienen un crecimiento, rendimiento reproductivo y longevidad comprometidos, además, estos animales tienen mayor tasa de eliminación debido al anestro antes del primer servicio, produciendo menos lechones nacidos vivos en total durante los primeros tres partos (Patterson y Foxcroft, 2019). Lo anterior se asocia con retraso del crecimiento intrauterino (longitud vaginal), menos folículos de tamaño mediano (3-5 mm), y más folículos atrésicos por área de la corteza ovárica de primerizas con bajo peso al nacer (0.8 – 1.2 kg vs. 1.8 – 2.2 kg), cuando se acercan a los 150 días de edad (Almeida et al., 2017).

Estos resultados muestran que no se deben seleccionar hembras primerizas con bajo peso al nacer, ni aquellas nacidas de cerdas que han parido una camada grande con una gran variación en los pesos (Koketsu y Lida, 2020). Un buen peso al nacer y alto crecimiento previo al destete de lechones primerizos están asociados con alta supervivencia y buen rendimiento como primerizas de reemplazo (Almeida et al., 2017).

  1. Hembras ciclando

Cuando la exposición al verraco se limita a un periodo de tiempo preestablecido, se identifican primerizas que maduran antes y los productores pueden aprovechar el vínculo entre la madurez sexual temprana y la mejora de la productividad de por vida de la cerda. En general, las primerizas que son naturalmente cíclicas dentro de un número definido de días después de la exposición al verraco (35 a 40 en una situación comercial) deben considerarse como la población de primerizas “selecta”. Todas las demás se consideran primerizas de “oportunidad” y solo se ingresan al hato si no se pueden cumplir los objetivos de reproducción del grupo selecto (Patterson y Foxcroft, 2019). La variación en la respuesta a los estímulos del verraco podría deberse a una serie de factores, que incluyen la edad, la tasa de crecimiento, la temporada, el estado de salud, el entorno, el hacinamiento y los efectos desconocidos de origen de la camada (Stancic et al., 2011), las primerizas que tardan en responder a la exposición al verraco tienen intervalos de entrada al servicio prolongados y acumulan un número excesivo de días no productivos (Patterson et al., 2010).

  1. Edad y peso de la primeriza en el primer servicio

La edad de las primerizas en el primer celo indica la edad de la pubertad con la primera ovulación, y las primerizas precoces con una edad temprana en el primer celo se asocian con un rendimiento alto a lo largo de su vida, por lo tanto, la edad de las primerizas en el primer estro y las fechas de los eventos de celo sin servicio son útiles para predecir el rendimiento de por vida de la cerda (Patterson y Foxcroft, 2019). La edad a primer servicio tardío se asocia con más ocurrencias de retornos tardíos al servicio, lo que puede deberse a que tienen funciones ováricas y del cuerpo lúteo poco desarrolladas y bajas concentraciones de progesterona, por lo tanto, días no productivos prolongados o baja fertilidad (Lida et al., 2016).

Se recomienda a los productores que implementen programas efectivos de desarrollo de primerizas con un área de exposición de verracos para estimular el estro puberal y aumentar el número de cerdas de maduración temprana (Patterson et al., 2010).

Las primerizas deben ser inseminadas con un peso objetivo de 135 a 150 kg y dos celos registrados, si pesan menos de 135 kg tienen menos lechones nacidos en un total de tres partos que las primerizas que pesan más de 135 kg como se muestra en la figura 2 (Williams et al., 2005). Alcanzar el peso deseado permite alcanzar la masa corporal adecuada en el primer parto (>180 kg) asumiendo un aumento de peso de la camada de 35 a 40 kg durante la primera gestación (Patterson y Foxcroft, 2019).

Es importante la relación de peso, edad, desarrollo y celos presentados, asegurándonos de cumplir con dichas premisas, por lo tanto, se recomienda servir sobre los 140 – 150 kg de peso y 210 – 240 días edad (Figura 2).

Factores por considerar para el correcto desarrollo de las hembras para reemplazo.II correcto desarrollo hembras reemplazo II figura 2

En el estudio de Kim et al., (2016) se evaluó la relación del peso corporal de las primerizas y la eficiencia en los siguientes partos, en el que se correlacionó que las hembras primerizas que son servidas por encima de los 165 kg disminuyen su consumo en la primera lactancia y pierden mayor porcentaje de peso en maternidad. A su vez, las hembras servidas de más de 180 kg aumentaban el riesgo de disminuir su tasa de retención, y una mayor incidencia de problemas locomotores como causa de descarte, aumentando los lechones nacidos muertos y disgalactia postparto (Dourmad et al., 2001). Williams et al., en 2005, reportaron que la cantidad de nacidos totales está relacionada con el peso a servicio, encontrando mejor desempeño, entre 135 – 170 kg, y con al menos dos estros registrados (Figura 3).

Factores por considerar para el correcto desarrollo de las hembras para reemplazo.II correcto desarrollo hembras reemplazo II figura 3

  1. Retorno a servicio en las paridades 0 – 1

El retorno a servicio es algo común en el hato reproductor. Aproximadamente el 10% de las cerdas servidas por primera vez no conciben o conciben, sin lograr mantener la preñez y repiten. Además, sus tasas de parto disminuyen un 10% con cada nuevo servicio (Koketsu, 2003). Cualquier ocurrencia de retorno aumenta los días improductivos de una cerda y disminuye su fertilidad y eficiencia (Koketsu y Lida, 2020), Koketsu (2003) encontró que las primerizas con repetición de servicio tenían más días no productivos en la vida del hato (124 vs. 175 días), menor número de partos al momento del sacrificio (4.2 vs. 3.8) y menos lechones nacidos vivos en la vida del hato (46.2 vs. 44.2). Las cerdas que retornan tienden a tener una duración del estro corta o signos débiles, lo que dificulta la detección del estro para el momento adecuado de las inseminaciones.

Factores por considerar para el correcto desarrollo de las hembras para reemplazo.II correcto desarrollo hembras reemplazo II figura 4

  1. Número de lechones nacidos vivos y muertos en el primer parto

El número de lechones nacidos vivos en el primer parto es un predictor temprano de la prolificidad de las cerdas (Koketsu y Lida, 2020). En un estudio, realizado por Lida y Koketsu (2015) encontraron que cerdas con alto número de lechones nacidos vivos (>13) en el primer parto continuaron con esta tendencia en todos los partos subsiguientes, y muy pocas hembras de ellas fueron descartadas por el rendimiento de la camada, lo que resultó en alta supervivencia o longevidad.

El número de lechones nacidos muertos en el primer parto se puede relacionar con otros aspectos del rendimiento de por vida de la cerda. Un mayor número de lechones nacidos muertos se asocia con una disminución del peso de la camada ajustado a los 21 días (Hoshino y Koketsu, 2009), más casos de prolapso uterino o abortos en la gestación posterior (Lida et al., 2016), disminución de la tasa de parto, disminución de los lechones nacidos vivos en el parto ­­posterior, baja prolificidad, baja producción de leche y probablemente baja longevidad debido a la baja fertilidad.

  1. Intervalo del destete al primer servicio en el parto uno

Las cerdas de primer parto con un intervalo entre el destete y el primer servicio de 7 a 20 días tienen tasas de parto más bajas y menos lechones nacidos vivos en los partos posteriores que aquellas con un intervalo entre el destete y el primer servicio de 3 a 6 días (Hoshino y Koketsu, 2009). El intervalo prolongado entre el destete y el primer servicio está relacionado con una duración corta del estro y un intervalo más corto entre el inicio del celo y la ovulación, independientemente de la paridad, lo que aumenta el riesgo de una sincronización subóptima de la inseminación y puede provocar que las cerdas tengan bajas tasas de parto y pocos lechones nacidos vivos. Además, el intervalo entre el destete y el primer servicio tiende a aumentar debido al bajo consumo de alimento durante la lactancia y la corta duración de la lactancia (Koketsu y Lida, 2020).

  1. Prolificidad

La prolificidad de una cerda debe medirse como lechones nacidos vivos desde el primer parto hasta el retiro (Koketsu y Lida, 2020). El hecho de que las hembras no produzcan al menos tres o incluso cinco camadas representa una posible pérdida financiera para el productor y es una gran preocupación para la industria porcina (Patterson y Foxcroft, 2019). Por otro lado, la prolificidad depende del número de partos al retiro porque los lechones nacidos vivos aumentan con cada parto hasta el cuarto (Bergman et al., 2018).

  1. Fertilidad

La fertilidad se mide comúnmente como el número de camadas paridas por cerda durante un período determinado. Sin embargo, más del 50% de las cerdas viven durante varios años en un hato, por lo que usar el número de camadas por cerda durante un período de un año probablemente no sea la mejor manera de medir con precisión la fertilidad de por vida porque no tendrá en cuenta todos los factores que podría afectar la fertilidad de una cerda a lo largo de su vida. Por lo tanto, se sugiere que la fertilidad se mida por los días no productivos de la vida de la piara, lo que está directamente asociado con el número de camadas paridas en la vida en el hato de la cerda. Los días improductivos de la vida de la cerda se derivan de los intervalos de repetición a servicio, destete a primer servicio y de sacrificio; los dos primeros representan aproximadamente el 60% del total de días no productivos (Koketsu y Lida, 2020).

  1. Longevidad

La longevidad se mide comúnmente como el número de partos al momento de la eliminación (Koketsu y Lida, 2020). En América del Norte, Japón, Suecia y España, la paridad media al momento de la eliminación varía entre 3.3 y 5.6 (Koketsu et al., 2020). Sin embargo, del parto al retiro no es una forma precisa de monitorear la longevidad de las cerdas porque no tiene en cuenta el número de días de vida de la cerda, que puede variar entre hatos para cerdas del mismo parto. Por lo tanto, los días de vida de la cerda o los días de vida del hato deben usarse para medir longevidad (Koketsu y Lida, 2020).

Los días de vida de la cerda son el número de días desde el nacimiento hasta el retiro, mientras que los días de vida de la piara son el número de días desde la fecha en que una cerda se aparea por primera vez hasta la fecha de retiro (Koketsu y Lida, 2020).

  1. Conclusiones

  • Las primerizas son de gran importancia en la operación, representan el porcentaje más alto en el inventario por paridad y de su manejo adecuado dependerá la eficiencia productiva de la granja.
  • Se deberá puntualizar el trabajo en la preparación y desarrollo en la hembra primeriza, mismo que permitirá minimizar los porcentajes de descarte en los primeros ciclos y alcanzar su pico de productividad entre el tercero y quinto parto.
  • Dentro del proceso de selección se deberán considerar aspectos como velocidad de crecimiento y conformación propia de la hembra reproductora, buena calidad de aplomos, de lo cual dependerá en mucho la longevidad, y disponer de al menos14 tetas o más funcionales pensando en la hiper-prolificidad que se tiene actualmente.
  • Un protocolo adecuado de cuarentena/aclimatación de las hembras primerizas evitará la introducción de agentes patógenos a la unidad de producción.
  • Las instalaciones para las cerdas de reemplazo juegan un rol fundamental para poder alcanzar los objetivos productivos esperados.
  • Actualmente, y de forma genérica, se considera correcto llegar a la 1ª cubrición con 140 – 150 kg de peso vivo, a una edad entre los 220 y 240 días de vida, y no sobrepasar los 165 kg.
  • La calidad de la exposición del verraco en las primerizas juega un papel crucial en la aparición de la pubertad temprana.
  • Implementar un programa alimenticio adecuado nos ayudará a maximizar el potencial genético de la hembra.
  • El rendimiento de por vida de la cerda se puede predecir hasta cierto punto utilizando factores de rendimiento reproductivo, que son predictores a nivel de la cerda y del hato.

Bibliografía:

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