Guadalupe Edgar Beltrán Rosas
Médico Veterinario Zootecnista
Diplomado EAPP
Asesor en Porcino.
Texcoco – México
[email protected]
Revisor:
Dr. Manuel Guillermo Ramis Vidal
Doctor en Veterinaria y
profesor del Departamento de
Producción animal de la
Universidad de Murcia.
INTRODUCCIÓN
La producción eficiente porcina requiere una piara de cerdas altamente productivas. Debido a que en el primer parto (P1) se tendrá los datos más importantes de la camada y se correlacionarán con los rendimientos posteriores y la capacidad de la cerda a permanecer en la piara reproductora por una prolongación mayor (Schneider et al., 2012a). El desempeño reproductivo y la vida productiva de la cerda (VPC) forman la piedra angular de la rentabilidad comercial de la piara reproductiva y establecen límites para el número anual y la duración de los lechones con vida después del parto y al destete. Se espera que la piara reproductora madura deba de ser más prolífica y por lo tanto mejora la productividad. Sin embargo, la tasa promedio anual de eliminación y mortalidad combinadas es de 56% en los Estados Unidos PigCHAMP (2011) el 43,3% de reposición media en la UE en 2010 (BPEX), y el 56% en Cataluña (Generalitat de Catalunya, 2013), indica que una proporción excesiva de cerdas que son sustituidas en las primeras paridades antes de alcanzar la máxima productividad (Nikkilä et al., 2013a).
Esto es perjudicial para la rentabilidad, debido a la inversión de las cerdas joven de reemplazo, para ser rentables, se propone una vida útil (VU) o económica óptima, una cerda debe completar tres partos (Nikkilä et al., 2013ab), o cinco partos (Giménez-Rico, 2014). Las principales causas de desecho en las primerizas son fallos reproductivos y problemas de locomoción (Nikkilä et al., 2013ab).
Las principales características reproductivas:
Es muy importante estimar los parámetros genéticos de cada raza, las características reproductivas a seleccionar en las cerdas primerizas:
- Pubertad:
*Edad a la pubertad (días) (Martínez-Gamba, 2006; Knauer et al., 2011).
*Días que presenta estro (duración).
*Reflejo de inmovilidad con y sin presencia del semental. - Intervalo entre pubertad y primer servicio (Martínez-Gamba, 2006; Knauer et al., 2011),
- Edad al primer parto (días) (EP1) (Babot, 1997; Knauer et al., 2011).
La valoración en una cerda tanto en primerizas como multíparas:
- Número total de lechones nacidos (TLN) (Babot, 1997; Moeller et al., 2004; Knauer et al., 2011; Schneider et al., 2012a).
- Número de lechones nacidos vivos (LNV) (Babot, 1997; Carrión y Mendel, 2001; Chen et al., 2003; Damgaard et al., 2003; Moeller et al., 2004; Schneider et al., 2012ab).
- Número de lechones momificados (MOM) (Moeller et al., 2004; Schneider et al., 2012a).
- Número de lechones nacidos muertos (LNM) (Moeller et al., 2004; Schneider et al., 2012ab).
- Peso de la camada al nacer (PCN) (Moeller et al., 2004; Schneider et al., 2012a).
- Peso de la camada a los 21 días (PL21) (Chen et al., 2003; Damgaard et al., 2003).
- Lechones destetados (LD) (Carrión y Mendel, 2001; Chen et al., 2003; Damgaard et al., 2003; Schneider et al., 2012a).
- Intervalo destete – cubrición fértil (IDCF) (Babot, 1997; Carrión y Mendel, 2001; Knauer et al., 2011).
La valoración de una cerda:
- Características de longevidad (Murillo-Galán y col., 2007; Simón, 2012; Nikkilä et al., 2013a).
*Vida útil (VU) (Nikkilä et al., 2013a).
*Partos producidos o longevidad funcional (PP) (Simón, 2012; Nikkilä et al., 2013a). - Número total de nacidos en su vida productiva (TNP).
- Número total de nacidos vivos en su vida productiva (TNVP).
- Número total de nacidos vivos en su vida productiva por la vida útil de la cerda (TNVP / VU) (Nikkilä et al., 2013a).
*Número de partos por hembra por año (Carrión y Mendel, 2001; García-Murguía y col., 2014).
*Comportamiento maternal (Lechones destetados / cerda – año [LCDA]) (López y Galíndez, 2007; Simón, 2012; García-Murguía y col., 2014).
Sin embargo, en los últimos ocho años se han ido introduciendo en el “Índice de selección” los conceptos de:
- Calidad materna:
*Capacidad lechera, que son una combinación de caracteres cuantitativos relacionados con la ganancia de peso de los *lechones (Carrión y Mendel, 2001; López y Galíndez, 2007; Simón, 2012).
*Facilidad de parto.
*Sobrevivencia del lechón.
*Camadas homogéneas (Damgaard et al., 2003).
*Carácter durante la lactación (carácter) (Santomá, 2013).
*Rusticidad (Sensibilidad al estrés) (Carrión y Mendel, 2001; Simón, 2012).
*Resistencia a enfermedades.
*Adaptación al clima (comunicación personal Ramis-Vidal).
*Número de cerdos vendidos por hembra por año (García-Murguía y col., 2014).
Es importante mencionar que en todo momento se tenga claro que las heredabilidades y correlaciones genéticas y fenotípicas son parámetros propios de población que pueden variar notablemente entre razas e incluso en poblaciones distintas dentro de una raza. Y que además son dinámicas, es decir pueden variar con el tiempo (comunicación personal Ramis-Vidal).
Edad a la pubertad
La pubertad en las hembras se define como el tiempo de los primeros estros expresados con la ovulación, que es un proceso de desarrollo crítico que marca la transición a la edad adulta (Foto 1) (Yang et al., 2008). Muchos productores no consideran esta característica de importancia económica, pero una mayor edad a la pubertad está relacionada con una mayor edad a primer parto y a un mayor riesgo de desecho temprano, por lo que la selección para una pubertad temprana resulta en una vida productiva mayor para la hembra. Los datos de campo en relación con edad a primer servicio o a primer parto que son más fáciles de registrar, están parcialmente relacionados con la edad a la pubertad, ya que existen muchas prácticas de manejo que afectan el intervalo entre pubertad y primer servicio o primer parto (Martínez-Gamba, 2006).
La edad a la pubertad se correlaciona favorablemente con la velocidad de crecimiento y negativamente con el espesor de la grasa dorsal. Aunque la heredabilidad estimada a la pubertad es de h2=0,32 (Martínez-Gamba, 2006; Yang et al., 2008), por lo tanto, la selección asistida por marcadores (MAS) puede proporcionar un método práctico y eficaz para mejorar la selección para la edad a la pubertad en las hembras (Yang et al., 2008).
Prolificidad.
La producción porcina comercial se debe principalmente a la venta de cerdos que alcanzan el valor total del mercado. La prolificidad de la cerda se ha enfatizado en muchos programas de mejora con la intención de aumentar el número de cerdos que llegan al mercado, manteniendo el mismo número de cerdas en la piara (Foto 2). Este objetivo de selección se ha dado como resultado un aumento significativo en el número de lechones nacidos vivos (LNV) (Dufrasne et al., 2013).
La prolificidad es el carácter más importante, tanto desde el punto de vista económico como genético, para mejorar la productividad numérica. La prolificidad es un carácter cuantitativo complejo, que está regulado por un gran número de genes. Presenta, como características, una baja heredabilidad en torno a h2=0,10, su expresión está limitada a un sexo y, además, se manifiesta a edades no tempranas (en torno al año de vida). Todo ello dificultó la obtención de una rápida mejora a través de la selección basada en los métodos clásicos de selección y utilización únicamente la información individual de la cerda. Sin embargo, el empleo de toda la información familiar disponible y la estimación de valores genéticos de los animales a través de la metodología BLUP, en las dos últimas décadas, ha contribuido a mejorar de manera sustancial los resultados de la selección (Noriega, 2011).
Reflejo de inmovilidad
El reflejo de inmovilidad tiene una correlación fenotípicas y genéticas entre el estro de las cerdas jóvenes con la pubertad, crecimiento, y las características de conformación corporal con las resultados de la primer camada (Foto 3). La fuerza máxima del reflejo de inmovilidad con un verraco tiene una correlación positiva con el fenotipo y genética (r = 0,12 y 0,74 respectivamente). Esto significa que las primerizas con un reflejo de inmovilidad vigoroso tiene más posibilidades de parir que las que presenta un reflejo de inmovilidad débil (Knauer et al., 2011).
Edad a primer parto
Está limitada por la aparición de la pubertad, que acontece entre los 6 y 7 meses de vida en la mayoría de razas explotadas de forma intensiva, presentan un coeficiente de variación del 3.3% para una media de edad a la pubertad de 234 días. Parte de la variabilidad individual de la edad a la pubertad repercute en la variabilidad de edad a primer parto (EP1) dado que el manejo tiende a aplicar técnicas de manejo sistemático (por ejemplo: cubrir en el segundo, o tercer o cuarto celo) (Babot-Gaspa, 1997). La heredabilidad estimada para la EP1 fue de h2=0,31 a 0,47. La correlación genética entre la edad a la pubertad (EPB) y EP1 son fuertemente favorables (r = 0,76), también se encontró una correlación genética mayor entre la edad al primer servicio y la edad a primer parto (r = 0,98) (Knauer et al., 2011).
Tamaño de la camada
En las piaras comerciales, la selección por el tamaño de las camadas ha aumentado considerablemente el número de lechones nacidos por camada en los últimos 20 años (Miles et al., 2012), carácter que ha sido parte fundamental del programa de cría Danés desde 1992, y esta estrategia de selección se ha traducido en un aumento considerable en el número total de lechones nacidos (TLN) (Nielsen et al., 2013).
Esta nueva situación, en el contexto de la mejora genética de la prolificidad, ha posibilitado la creación de líneas hiperprolíficas occidentales, que hoy compiten en el mercado, con una prolificidad que iguala, o incluso supera, los valores de las “afamadas” cerdas hiperprolíficas chinas (Meishan: 15,97 nacidos totales; 14,39 nacidos vivos). Esta revolución en cuanto a la selección de la prolificidad en porcino, junto a la utilización masiva, de manera estructurada y sistemática del cruzamiento entre líneas seleccionadas de alta prolificidad, para obtener hembras cruzadas F1 y sacar provecho de la heterosis (en torno al 10%) y complementariedad de las líneas (Noriega, 2011), ha tenido como efecto el aumento sistemático del tamaño de camada en las dos últimas décadas (Foto 4) (Noriega, 2011; Bergsma et al., 2013), sin dejar a un lado la mejora del medioambiente (Bergsma et al., 2013).
Para características reproductivas generalmente se considera como criterio el tamaño de la camada al parto, bien como número de nacidos vivos (Babot-Gaspa, 1997). Aunque el número de lechones destetados debería ser la meta de selección, el tamaño de la camada se selecciona con base en los lechones nacidos que si bien es una característica que tiene una heredabilidad de sólo 0,09 es más fácil de asociar a la producción de cada cerda, ya que en la medición de los lechones destetados puede haber factores, como donaciones o mortalidad por causas infecciosas, que confundan la evaluación. El seleccionar el tamaño de la camada al nacimiento es la mejor forma de mejorar la tasa de ovulación de las cerdas. Se ha determinado que los animales más prolíficos tienen un menor porcentaje de carne magra (menos magros) sin ver afectado su crecimiento (Martínez-Gamba, 2006). Esta selección ha provocado una ligera disminución (2%) en el contenido de ácidos grasos polisaturados de la grasa intramuscular (Estany y col., 1997; Tor y col., 1999). A pesar de existir mucha variación en esta característica es la opción más sencilla de registrar para mejorar el tamaño de la camada (Martínez-Gamba, 2006).
La selección de los rasgos de la camada es atractivo para los técnicos, porque las características de crecimiento han sido objetivos de selección durante muchos años, sin embargo un programa genético requiere estimaciones precisas de los parámetros. Varios estudios han informado de estimaciones genéticas para los parámetros de las camadas, basados en diferentes poblaciones comerciales. Estimaciones de los parámetros en la literatura para los rasgos de camada varían considerablemente entre los estudios o razas (Chen et al., 2003).
La selección por el tamaño de la camada al nacer ha tenido éxito. Sin embargo, se ha demostrado que la productividad de las cerdas como en el número de cerdos producidos por año, también depende de su capacidad para parir a los lechones que sobreviven y tener un alta vitalidad al destete (Damgaard et al., 2003). La heredabilidad del número de lechones destetados es de h2=0,04 a 0,07, (Cordero y Martínez, 2003).
Las genéticas actuales han sido seleccionadas por una mayor prolificidad, lo que incrementa el número de fetos presentes en un útero, del mismo tamaño básicamente; el menor espacio relativo disponible para cada feto reduce las posibilidades de una alimentación plena durante la gestación, repercutiendo sobre la ganancia de peso durante esta etapa; cuando el tamaño de la camada aumenta, el flujo de sangre en el útero se disminuye en menor medida conforme aumenta el número de fetos, dando lugar a un reducido flujo sanguíneo uterino reducido y, por tanto, a una disminución del suministro de nutrientes para el mismo. Hay evidencia que el hacinamiento intrauterino está vinculado a un retraso del crecimiento de los fetos. Si queremos aumentar el peso al nacimiento y reducir la variación intra-camada, debemos dirigir nuestros esfuerzos a mantener un entorno favorable útero – placenta – embrión (Balfagón y Jiménez-Moreno, 2014).
Además de lo anterior la selección para aumentar el tamaño de la camada se correlaciona negativamente con la supervivencia, vitalidad del lechón (Damgaard et al., 2003; Martínez, 2006; Miles et al., 2012; Dufrasne et al., 2013), peso al nacer y la mortalidad pre-destete (Damgaard et al., 2003; Martínez, 2006; Miles et al., 2012; Schneider et al., 2012; Dufrasne et al., 2013). Se ha observado que la mayoría de los casos de muerte se produjo al momento del parto y durante los primeros 5 días después del parto en Landrace danés y Yorkshire. Por lo cual se han centrado las características compuesta entre el tamaño de la camada hasta el 5º día después del parto (TC5), TLN y la mortalidad de los lechones (Nielsen et al., 2013). Dado que la mortalidad pre-destete de los lechones juega un papel importante en la productividad de la cerda y afecta al 13% de todos los lechones nacidos vivos en los Estados Unidos, datos de PigCHAMP, 2010 (Miles et al., 2012).
La reducción de la mortalidad pre-destete de los lechones tiene un potencial de mejora significativa en la productividad de la cerda y con ello las ganancias para la industria porcina. Para ello se ha utilizado la raza Meisham (MS) ya que los lechones de esta raza han reducido la mortalidad pre-destete, a pesar de que sus pesos al nacer sean significativamente menor en comparación con las razas occidentales. En estudios previos que han comparado la composición corporal y componentes de la sangre de recién nacidos de MS con lechones de las razas occidentales sugieren que los lechones de MS tienen mayor madurez fisiológica inmediatamente después del parto, lo que beneficia la supervivencia neonatal (Miles et al., 2012).
Peso al nacimiento
El peso de la camada al nacimiento y el tamaño de la camada al destete son componentes importantes en la eficiencia biológica y económica de la producción porcina, debido a que los productores necesitan producir una mayor cantidad de carne, aunada a calidad y costo mínimo en su fase de producción (Gómez y col., 2009).
La productividad se ve influenciada por una serie de factores, dos de los cuales son la variación del peso de la camada al nacer y en la variación del peso de la camada de los lechones durante la lactación. Dentro de la variación en el peso al nacer se ha demostrado que se relaciona positivamente con la mortalidad pre-destete en la escala fenotípica. Sólo unos pocos estudios se han ocupado de los aspectos genéticos de la variación del peso de la camada al nacer y la heredabilidad de este rango está en torno a h2=0,10. Una selección basada sobre la capacidad del lechón para sobrevivir puede reducir simultáneamente la variación del peso al nacer (Damgaard et al., 2003).
El peso al nacimiento está altamente correlacionado tanto con la tasa total de crecimiento, como con el porcentaje de carne magra, y correlacionada en cierta medida con la tasa de crecimiento del tejido magro (Whittemore, 1996), composición de la ganancia de peso en cuanto a la producción de tejido graso y la relación proteína/agua del tejido magro, lo que influye en el consumo (Lizaso, 1995: Whittemore, 1996; Balconi, 1997; Mendel y Fuentetaja, 2001; Quintanilla y col., 2001; See, 2003a).
Los lechones recién nacidos son especialmente sensibles a la mala-nutrición y las condiciones ambientales desfavorables, por lo tanto un bajo peso al nacimiento tiene pocas probabilidades de alcanzar las mamas, especialmente en camadas numerosas, y comenzar la lactación y así elevar su glucemia. Es por ello que los lechones más débiles y de bajo peso suelen presentar mayor mortalidad neonatal si no son correctamente amamantados desde el principio por su madre o por una nodriza (Balfagón y Jiménez-Moreno, 2014).
Un bajo peso al nacimiento afecta en una reducción de la ganancia de peso desde el destete hasta la fase de finalización, una menor tasa de crecimiento (Whittemore, 1996; Dufrasne et al., 2013), composición de la canal (más grasa). Por lo tanto, los cerdos con bajo peso al nacimiento requieren más días de alimentación para alcanzar el peso de mercado y potencialmente producen una canal de baja calidad (Dufrasne et al., 2013).
Producción láctea y crecimiento de los lechones
Para el logro de máximos beneficios en las granjas porcinas es fundamental asegurar la producción de un número de lechones destetados por cerda y año (LCDA) o durante la vida productiva de la madre (López y Galíndez, 2007; Simón, 2012; García-Murguía y col., 2014). Este sentido se señala el potencial productivo de una cerda en condiciones comerciales durante su vida productiva. El peso de la camada es una medida directa del crecimiento de los lechones; siendo estos dependientes de la habilidad materna, expresada en la producción de leche de ésta y de la propia capacidad de los lechones para alimentarse y usar apropiadamente los nutrientes contenidos en el fluido lácteo. Los caracteres de camada (tamaño y peso) tienen gran importancia económica en las granjas y de ahí el interés de usar estas características para estimar el mérito genético de los individuos (López y Galíndez, 2011).
Esta variable está condicionada al tamaño de la camada y se ha medido tradicionalmente con base en el peso de los lechones al destete o a los 21 días y con el método “pesaje-lactancia-pesaje”, (Martínez-Gamba, 2006). Es importante señalar el cambio en la variación del peso en la lactación es mediada por la capacidad de las cerdas para nutrir a sus lechones por igual y varía entre las cerdas en la escala fenotípica. Algunas cerdas son aparentemente mejor a asegurar el crecimiento homogéneo de sus lechones que otras. El conocimiento genético sobre este rasgo y su efecto en la supervivencia de los lechones y la vitalidad de los lechones es muy limitado (Damgaard et al., 2003).
La varianza genética materna que se detectó en el peso de la camada al nacer durante la lactancia, la heredabilidad es baja (h2=0,08), pero significativamente mayor que cero, lo que sugiere que se debe de hacer una cría selectiva ya que hay una mejora genética en el peso de la camada al nacer y durante la lactancia. En otro estudio se reportó una heredabilidad de h2=0,10 para el peso de la camada al nacimiento y durante la lactación. Sin embargo se han encontrado variaciones fenotípicas sustanciales entre camadas, en términos de variación de aumento de peso de los lechones durante la lactancia. Según ese estudio, las razones de la variación están involucradas las cerdas y principalmente el medio ambiente (Damgaard et al., 2003).
Es importante señalar que la producción de la leche de las cerdas tiene que seguir el ritmo de aumento con el tamaño de la camada para mantener el crecimiento de los lechones y la supervivencia de los mismos hasta el destete. Además, el consumo de alimento de las cerdas durante la lactancia a menudo no es lo suficientemente alta para sostener el aumento de las necesidades de producción de leche (Bergsma et al., 2013).
Conducta materna y supervivencia del lechón
En la producción moderna la mortalidad de los lechones suelen llegar hasta el 20 al 25%, lo que supone una grave pérdida económica. En piaras comerciales danesas, el 23,0% del total de los lechones nacidos, mueren antes del destete (Strange et al., 2013). Muchos factores contribuyen a la variabilidad de la mortalidad entre granjas, incluyendo el genotipo, las instalaciones, nutrición y manejo (Kirkden et al., 2013). Las heredabilidades de supervivencia antes del destete de los lechones estimado en varios estudios europeos promediaron h2=0,03, lo que sugiere que la reducción de la mortalidad de los lechones a través de la selección genética es posible (Strange et al., 2013).
La conducta materna está muy relacionada con la supervivencia de los lechones (Martínez-Gamba, 2006; Ramaekers, 2014), esta variable tiene una heredabilidad de h2=0,2-0,5 y ejerce efecto en la supervivencia de los lechones (Martínez-Gamba, 2006). La supervivencia de los lechones neonatos inciden de manera importante una serie de factores dependientes de la cerda, del lechón, del ambiente (García-González y col., 2011; Hales et al., 2013; Mota-Rojas y col., 2014), manejo sanitario, manejo alimenticio en las cerdas tanto en gestación (Galíndez y col., 2004), como en lactancia (Murillo-Galán y col., 2007). Estos manejos estratégicos pueden aumentar el porcentaje de supervivencia tanto neonatal y al destete (Galíndez y col., 2004).
Los factores dependientes de las cerdas se citan: muerte fetal (Strange et al., 2013: Kirkden et al., 2013), el número de parto, el peso de la cerda, comportamiento maternal (García-González y col., 2011), duración del proceso del parto (Santomá, 2012; Ramaekers, 2014), el inicio de la producción de calostro y leche (Ramaekers, 2014), a falta de éstos provocaría hambre en el lechón (Strange et al., 2013: Kirkden et al., 2013), aplastamiento por la cerda (Martínez-Gamba, 2006; Strange et al., 2013).
Los estudios han demostrado que las características relacionadas con el comportamiento y fisiología de los lechones recién nacidos son indicativos de la supervivencia (Hales et al., 2013), los factores propios de los lechones, tales como: peso al nacimiento (García-González y col., 2011; Hales et al., 2013; Ramaekers, 2014), conformación corporal (Hales et al., 2013), así como lechones débiles y talla inferior (Strange et al., 2013), rasgos morfológicos (pueden indicar la restricción del crecimiento intrauterino) (Hales et al., 2013) el nivel inmunitario, su genética (García-González y col., 2011), las reservas de glucógeno, la capacidad de mantener la temperatura corporal y la vitalidad al nacer (Ramaekers, 2014). Por lo tanto sería muy importante poder incorporar esta variable cuando se seleccionen hijas de cerdas reproductoras con un historial de comportamiento (Martínez-Gamba, 2006).
Referente al proceso del parto, en términos de los intervalos individuales de nacimiento y la duración de la fase expulsiva, juega un papel importante en la supervivencia de los lechones recién nacidos a la vida extra-uterina, en estudios recientes se ha señalado que intervalos superiores a 1 hora son los que determinan una mayor probabilidad de nacidos muertos, mientras que otro indica que la duración normal de este intervalo está entre 15,2 a 22,4 minutos, y apuntan como factores influyentes sobre su duración. En cuanto a la duración de la fase expulsiva del parto (208 ± 134 minutos de media), aunque entre 2 y 5 horas puede considerarse normal (Santomá, 2013).
Los animales recién nacidos dependen del comportamientos hereditarios (y quizás aprendidos), en las primeras horas que son críticas (Varley, 1995), para garantizar la sobrevivencia ya que la heredabilidad de supervivencia del lechón es de 0,1 (Cordero y Martínez, 2003). Por este motivo, algunos autores consideran que el aumento de la sobrevivencia mediante mejora genética parece difícil y, por lo tanto, resulta clave el control de los factores ambientales, mientras que otros autores consideran que la selección genética puede contribuir hasta cierto punto, reducir la variabilidad en los pesos al nacimiento (Chapinal y col., 2006).
Se ha demostrado que la selección para el tamaño de la camada al día 5to después del parto (TC5) ha dado mejoras genéticas y fenotípicas en TLN en la misma TC5 y una reducción de la mortalidad (MORT) (Strange et al., 2013; Nielsen et al., 2013). La heredabilidad de TLN y TC5 oscilan entre h2=0,09-0,12 en Landrace y Yorkshire. La heredabilidad de la MORT se encontró que era h2=0,09-0,10 en Landrace y Yorkshire (Nielsen et al., 2013).
Hay una correlación genética favorables entre TC5 con TLN y la sobrevivencia de los lechones. La selección para TC5 desde el año 2004 ha llevado a un aumento de TLN y una reducción en la tasa de mortalidad al parto y los primeros 5 días después del parto en Landrace danés y piaras núcleo de Yorkshire (Nielsen et al., 2013).
Intervalo destete cubrición
La reducción de este intervalo es importante comercialmente hablando y es posible reducirlo por selección. La heredabilidad de esta variable se estima en h2=0,2 y aunque es un dato de fácil registro resulta de difícil análisis porque la distribución de los intervalos tiene componentes normales y anormales. Una alternativa sería la selección de la habilidad de retorno a estro en menos de 10 días, que tiene una heredabilidad de h2=0,3 (Martínez-Gamba, 2006).
La selección de los intervalos de destete-concepción, destete-parto y de intervalo entre parto tiene una menor heredabilidad que el intervalo de destete a estro, como resultado de la extremadamente baja heredabilidad de la tasa de concepción (Martínez-Gamba, 2006).
La edad a la pubertad y el intervalo destete cubrición (IDC) tuvo una correlación fenotípica positiva (r = 0,12). De acuerdo con Sterning et al. (1998) estima que la edad a la pubertad tenía un fenotípico positivo y correlaciones genéticas (r = 0,16 y 0,45 respectivamente). Holm et al. (2005) informaron que la edad al primer servicio y el intervalo destete a estro tenía un fenotípico positivo y correlaciones genéticas (r = 0,17 y 0,22 respectivamente). Las hembras que presentan una pubertad más joven reducen los días no productivos que a su vez esto reduce el sacrificio de hembras por un fracaso reproductivo (Knauer et al., 2011).
El ritmo reproductivo al que se ve sometido cada animal por medio del manejo (edad al parto, duración de la lactancia, duración del intervalo destete-cubrición fértil o tipo de cubrición fértil) influyen de forma significativa sobre el número de nacidos vivos por parto (Babot y col., 2000).
Longevidad
La mayoría de los estudios de longevidad en la cerdas incluyen sólo a las hembras que han producido al menos una camada. Sin embargo se ha propuesto que en el curso de la vida reproductiva de una cerda comienza cuando ella entra a la piara reproductora como una hembra primeriza. Un porcentaje significativo de las cerdas jóvenes seleccionadas que entran a producción nunca paren una camada. Esto aumenta los costos de desarrollo de la cerda joven y reduce la vida reproductiva (Knauer et al., 2011).
Con el fin de optimizar la longevidad, el crecimiento de la cerda joven, ganancia diaria de peso (GDP) (Serenius et al., 2006), la vida productiva de la cerda (VPC) (Serenius et al., 2006; Nikkilä et al., 2013a) y el comportamiento reproductivo de la cerda reproductora es necesario establecer una estrategia de manejo y alimenticia basada en el control de la condición corporal de cada individuo (Murillo-Galán y col., 2007), consumo diario de alimento de la cerda (CDA) y pérdida de peso (PPL), grasa dorsal (PGD) y grasa dorsal de la cerda en la lactancia (Serenius et al., 2006; García-Murguía y col., 2014), son los factores que tienen la mayor asociación con la longevidad (Serenius et al., 2006), además de ello se tiene que dar una mirada a su relación con otras variables, es por ello que la industria debe seleccionar más por número de nacidos vivos (LNV) en lugar de TLN (Schneider et al., 2012a), que son características de importancia económica, por lo general de baja heredabilidad, las hembras que produzcan un mayor número LNV (Schneider et al., 2012 ab; García-Murguía y col., 2014), con un reducido número de lechones nacidos muertos (LNM) (Schneider et al., 2012ab), menor número de momias (MOM), peso de la camada al nacer (PCN) de los lechones nacidos vivos y muertos (PNM), el peso promedio al nacer (PPN), y LD (lechones destetados o TCD) (Schneider et al., 2012a), dentro de su primer parto (P1) tienen una mayor probabilidad de permanecer en la piara por un período prolongado. El uso de la selección de genes con base a los LNV se ha demostrado que mejora la eficiencia y la rentabilidad económica (Schneider et al., 2012b).
Artículo publicado en Los Porcicultores y su Entorno