MVZ. René C. Frappé M., Dr. HC.
1. Apicultura nativa. Decir que los pueblos prehispánicos desconocían los edulcorantes es desconocer las varias fuentes de azúcares con que contaban; Las cañas de maíz sin mazorca, almacenan en sus tallos una savia dulce que se obtiene masticando las cañas frescas de la planta.
Las hormigas odre almacenan la miel que les han transferido las obreras. Estas hormigas se encuentran en las galerías subterráneas del hormiguero y se pueden obtener en el otoño. Los indígenas las llaman “Chicatanas”, guardan en su abdomen una gota de miel concentrada en azúcares que “hasta empalaga”. Los magueyes de varias especies a los que se les quita el “corazón” (antes de que les brote el tallo) y se les hace un cuenco en la base de las pencas, destilan una sabia dulce llamada aguamiel o “tlachique” que si se deja fermentar deviene en el pulque, por la acción de una enzima producida por el hongo llamado Sacharomyces mexicana que transforma el azúcar en alcohol.
Al llegar los españoles, trajeron consigo varias especies de animales domésticos, entre ellos la abeja europea o trigona (Apis melífera) que desplazó las nativas, pero no las eliminó. Todavía se cultiva en menor proporción en el sureste del país.
2. El gusano de seda. La cría de este insecto: Bombix morí, se origina en el lejano Oriente desde hace milenios. Su cría está asociada al árbol de la morera, cuyas hojas le sirven de alimento. Su cría requiere de profundos conocimientos de la metamorfosis y fisiología de estos pequeños animales y la obtención y tratamiento de la seda.
El Dr. José de la Luz Gómez, el primer veterinario mexicano, escribió un tratado sobre su cultivo. Este libro es uno de los tesoros de nuestra biblioteca de la UNAM en CU.
Existen muchas historias y leyendas acerca de esta industria, como la “ruta de la seda”. El comercio internacional de la seda. “El hurto de huevecillos de un monasterio”, el “secreto de la cría del gusano”, etc. En los años 30 del pasado siglo, se repartieron capullos de este gusano entre los campesinos de los ejidos, según relata el MVZ Antonio Martínez Barragán en uno de sus libros. Lo más probable es que se hayan perdido porque ya no se supo más.
En la segunda mitad del siglo pasado se crearon varios institutos y comisiones para el fomento de las actividades agropecuarias (aunque después se cancelaron) también se formó uno para estimular la cría del gusano de seda.
Se formó en San Luis Potosí un grupo para la cría del gusano de seda, asesorados por técnicos japoneses, que comenzaron desde plantar las moreras, la cría de gusanos y el procesamiento de la seda, elaboración de tejidos, teñido, etc.
Yo pude observar banderas mexicanas elaboradas con seda producida aquí. Conservo un capullo sin devanar para mostrárselo a los niños.
3.- La cochinilla de la grana. Cuesta trabajo creerlo, pero los historiadores afirman que la grana, un colorante obtenido de un insecto “Cocus cacti” se exportaba por toneladas en tiempo de la colonia, junto con el “palo de Campeche’ de donde se obtiene otro colorante. La cochinilla de la grana es un insecto que parasita las pencas de nopal (gen. Opuntia) que vive a expensas de su savia. Aparece como unas granulaciones blanquecinas en la superficie de la penca. Si se les comprime con la yema de los dedos, deja salir un líquido púrpura, algo viscoso que si se expone al sol, se seca en forma de polvo rojo-carmesí o púrpura.
Para fijarlo o diluirlo, se usa cloruro de sodio, bicromato de potasio, alumbre, carbonato de sodio, tanino u otros procesos. Se puede desdoblar en varios tonos, del púrpura al amarillo.
En la actualidad todavía se recolecta por varios grupos de indígenas para teñir sus atuendos.
Yo encontré un nopal parasitado en el Estado de México que era aprovechado.
Artículo publicado en
Los Porcicultores y su Entorno 114
