Por ley, vacas no pueden salir a pastar en Galicia, España.

Redacción BM Editores.

En España, en la región de Galicia, una ganadera libra una batalla legal para que 45 vacas de su propiedad puedan salir libremente a… ¡comer!, aunque usted no lo crea.

Resulta que en la Hacienda de Diana Pino, en la región de Galicia España, viven 60 vacas, 15 de las cuales pastan sin restricciones en la Sierra de Groba, porque son propiedad de su pareja, que es comunero.

El problema son con las 45 restantes, que no pueden salir de la propiedad conyugal, ubicada en la comunidad de Montes de Baiña, las que no pueden salir a comer hierba porque su propietaria Diana no es miembro de esta organización ganadera, por lo que los animales no tienen derecho a comerse la hierba que crece alrededor de la explotación.

Pero lo más risible, es que una sentencia del juzgado de instrucción número 3, de Vigo, de hace cuatro años avaló esta decisión absurda, por lo que las 45 vacas de Diana permanecen encerradas como si estuvieran castigadas, mientras que sus 15 compañeras si pueden salir a alimentarse todos los días y de manera regular.

El mayor deseo de Diana es poder hacerse comunera para que sus vacas puedan disfrutar del monte comunal, pero lleva años intentándolo sin que la comunidad de Montes la acepte.

Dado que ya lleva más de 15 años empadronada en la vivienda vinculada a su explotación ganadera, ha presentado una demanda para que sea un juez quien obligue a la comunidad de Montes a aceptarla como una vecina más.

Asegura que cumple con todos los requisitos para formar parte de la comunidad de Montes de Baíña. Ya hizo un intento hace años pero fracasó porque no pudo acreditar documentalmente la residencia por medio de alguna factura. Además el juez no creyó que viviera en un lugar tan inhóspito, según recogía la sentencia.

Aquí se vive de maravilla, incluso cuando llueve, sobre todo con la pandemia”, afirma.

Diana cree en el fondo que lo que subyace es un problema de machismo. Es la única mujer ganadera de todo el sur de la provincia y nunca fue acogida por la comunidad cuando llegó desde Gondomar para vivir de una pasión que le viene de familia.

Me denuncian por todo y buscan formas de sacarme de aquí, ha venido la Guardia Civil, muchas autoridades y lo curioso es que nunca me han sancionado por nada”, afirma.

En el entorno hay otras explotaciones ganaderas de personas que no viven en la parroquia y, sin embargo, desarrollan su actividad con total normalidad. Me lo ponen difícil y no lo acabo de entender. Soy la única que paga impuestos, y a los otros ganaderos nunca les pasa nada, pero yo no puedo tener nada fuera. A veces me preguntan qué les hice y yo no sé qué decir”, concluye.

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