Redacción BM Editores.
En lo que podría ser el primer impuesto mundial a las afectaciones por la actividad ganadera, el Gobierno de Nueva Zelanda reveló un plan para gravar los gases de efecto invernadero emitidos de forma natural por el ganado, que se constituye como una polémica propuesta diseñada para frenar el cambio climático.
Jacinda Ardern, Primera Ministra de Nueva Zelanda, planteó que es una “propuesta pragmática” para reducir las emisiones en el campo, y fortalecer con ello la sostenibilidad de los productos neozelandeses.
Los gases emitidos de forma natural por los 6.2 millones de vacas en Nueva Zelanda figuran entre los principales problemas medioambientales de país.
El plan impositivo del Gobierno de Nueva Zelanda haría que los ganaderos pagaran por la contaminación provocada de sus animales, como el gas metano de los eructos y las ventosidades de las vacas o el óxido nitroso en la orina del ganado.
La propuesta del Gobierno es aprobar la iniciativa el próximo año e introducir el impuesto en un plazo de tres años.
Por su parte y en sentido contrario, el presidente de la agrupación de ganaderos Federated Farmers, Andrew Hoggard, denunció que este programa “destriparía a los pequeños pueblos de Nueva Zelanda”.
