Funciones del calostro en las primeras 24 horas de vida críticas en becerros.II

Deborah M. Haines
Profesor,

DVM, M Phil PhD
Manuel Campos2 DVM, MSc, PhD.
Profesor Adjunto, Department of Veterinary Microbiology Western College of Veterinary Medicine,
University of Saskatchewan, Saskatchewan, Canada

Staff técnico Schutze Segen
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El Calostro es Esencial para Proporcionar Inmunidad Pasiva en Becerros Recién Nacidos

Está claramente establecido que la protección inmune contra enfermedades infecciosas durante las primeras semanas de vida en el bovino depende directamente de la transferencia pasiva de inmunoglobulina materna por medio de la ingestión de calostro (Robison et al. 1988, Virtala et al. 1999).

Se sabe que el sistema inmunológico del becerro está completamente desarrollado antes del nacimiento. Sin embargo, los niveles de esteroides en el becerro durante los primeros días de vida están normalmente muy elevados, lo que induce una inmunosupresión temporal que impide que el neonato monte respuestas inmunes efectivas (Breazile JE et al. 1988, Jacob SK et al. 2001). Los niveles de esteroides en el bovino neonato se normalizan aproximadamente a los 2 ó 3 días después del nacimiento, y el sistema inmunológico es entonces capaz de montar respuestas inmunes normales (Sasaki M. et al 1977). Sin
embargo, estas respuestas inmunológicas iniciales del becerro son de tipo primario, y por lo tanto son generalmente incapaces de proteger al animal contra patógenos virulentos (de replicación rápida) o contra dosis severas de desafío. En el bovino, la barrera placentaria y la inmunidad de la vaca protegen al becerro contra la exposición a patógenos en el útero. Por lo tanto, las respuestas inmunes que monta el becerro al primer contacto post-natal con agentes infecciosos son de tipo primario (y no de tipo secundario). En comparación con respuestas inmunes de tipo secundario, las respuestas de tipo primario inducen anticuerpos de títulos bajos y de avidez limitada. Las respuestas inmunes de tipo secundario son el resultado de exposiciones subsiguientes a agentes infecciosos, y son capaces de proporcionar protección inmune después de aproximadamente tres semanas de vida.

Durante esta etapa temprana del desarrollo del sistema inmune en el becerro (las primeras tres semanas), la protección contra agentes infecciosos depende entera mente de la ingestión de calostro de alta calidad (Robison et al. 1988). El consumo de calostro durante las primeras horas de vida provee la transferencia pasiva de anticuerpos capaces de proteger al recién nacido de enfermedades causadas por patógenos. Esta inmunidad pasiva transferida por el calostro ofrece la protección necesaria en las primeras semanas de vida al mismo tiempo que le permite al sistema inmune del recién nacido a que se exponga repetidamente a niveles bajos de patógenos, promoviendo así a que el sistema inmune desarrolle respuestas inmunes activas, inicialmente de tipo primario y posteriormente de tipo secundario en ausencia de patología.

Es muy importante entender que la inmunidad pasiva inducida por anticuerpos presentes en el calostro no es capaz de inducir una inmunidad “estéril” (Virtala et al. 1999). Esto significa que esta inmunidad pasiva no previene enteramente la infección
de el recién nacido, sino que permite la exposición del neonato a patógenos.

En este contexto, es necesario comprender que la protección del recién nacido proporcionada por transferencia pasiva de anticuerpos en el calostro es solamente eficaz en condiciones de buena higiene, donde los niveles y la virulencia de microorganismos son bajos. Esta inmunidad pasiva proporcionada por el calostro no es capaz de proteger a los becerros recién nacidos contra niveles masivos de desafío ni contra agentes infecciosos sumamente virulentos (Robison et al. 1988, Virtala et al. 1999).

La proporción de proteína en los sólidos totales existentes en un calostro de buena calidad es de aproximadamente 50%, y más del 50% de esta proteína está constituido por inmunoglobulina (anticuerpos).

La fuente de estas inmunoglobulinas es el suero de la madre. El suero bovino contiene niveles muy similares de IgG1 y IgG2. Sin embargo, solamente la subclase de inmunoglobulinas IgG1 es transferida al calostro.

Aproximadamente 3 semanas antes de parir, las inmunoglobulinas de tipo IgG1 del suero materno se trasfieren del torrente sanguíneo a la glándula mamaria, acumulándose ahí para ser secretadas en el calostro inmediatamente después del parto (Butler et al. 1972 y Larson et al 1980). Esta acumulación de inmunoglobulinas de tipo IgG1 en la ubre es un proceso activo, y es mediado por receptores especializados en las células epiteliales de la glándula mamaria (Mayer et al. 2002).

A pesar de que todas las macromoléculas presentes en el calostro son absorbidas por el becerro recién nacido, sólo los anticuerpos de la subclase IgG1 pueden ser resecretados del torrente sanguíneo del becerro a las superficies de mucosas, tales como los pulmones y los intestinos (Newby y Boune 1976a, Besser et al. 1987, 1988a). Este tipo de transporte activo de IgG1 a través de las células epiteliales es esencial en rumiantes para la protección contra infecciones de las mucosas (Besser et al. 1988a 1988b). Este transporte de anticuerpos a las mucosas es específico para IgG1 en becerros, al igual que la inmuno- globulina A (IgA) en humanos. En bovinos IgG1 tiene más resistencia a procesos enzimáticos proteolíticos que IgG2 (Newby y Boune 1976b).

Por las razones anteriormente mencionadas, se considera que los anticuerpos de la subclase IgG1 son los más útiles en la protección contra enfermedades respiratorias y digestivas en el bovino, las cuales son las causas más comunes de morbilidad y mortalidad en becerros.

Este hecho es muy importante y se debe de considerar muy seriamente cuando se tiene que seleccionar un substituto comercial de calostro materno. Los productos derivados de sangre o de suero bovino que se usan como suplemento en el becerro neonato contienen aproxima- damente 50% de anticuerpos de subclase IgG2 y 50% de subclase IgG1.

Por lo tanto, sólo la mitad (50%) de los anticuerpos presentes en substitutos de calostro preparados con derivados de sangre son re-secretados a las superficies mucosas en el becerro. En contraste, prácticamente todos los anticuerpos IgG presentes en sustitutos preparados únicamente con calostro son de la subclase IgG1, y por lo tanto son re-secretados a órganos críticos en esa temprana edad y capaces de proveer protección.

Una vez que los becerros han sobrevivido las primeras 24 horas de vida, el período de más alto riesgo de enfermedad y mortalidad son las primeras 3 semanas de vida. En general, se considera que el riesgo de enfermedades infecciosas y de fatalidades después de esta etapa disminuye significativamente. En la mayoría de los casos, las pérdidas debidas a enfermedades infecciosas durante las primeras semanas de vida son consecuencia de fallas en la trasferencia pasiva de anticuerpos del calostro al becerro. Los niveles de protección pasiva conferida por anticuerpos en el calostro dependen directamente de la cantidad de inmunoglobulina consumida por el becerro, lo cual es dependiente de la concentración de inmunoglobulina presente en el calostro y del volumen de calostro consu- mido (Stott GH et al. 1979b, 1979c, Stott GH, Fellah A 1983, Besser TE el 1985, Jaster EH 2005).

Existe gran variabilidad en la concentración de anticuerpos en calostro bovino, así como en el volumen de calostro producido por cada vaca, lo cual resulta en gran variabilidad en la cantidad de anticuerpos disponibles para la transferencia pasiva de inmunidad al becerro. Esta variabilidad en concentración de anticuerpos y en volumen de calostro entre una vaca y otra es muy difícil de predecir. Existen “calostrómetros” que se pueden utilizar para estimar la concentración de las inmunoglobulinas en el calostro.

Sin embargo, estos instrumentos miden solamente la gravedad específica del calostro, que es la medida de todas las proteínas presentes en el calostro, y no miden específicamente las inmunoglobulinas críticas para la protección pasiva del becerro neonato (Morin DE et al. 2001). Por lo tanto, es recomendable que la medida de proteína obtenida por medio de un calostrómetro sea utilizada solamente como una guía o estimación, especialmente cuando se trata de calostro que contiene una concentración de proteína de rango mediano. Medidas de concentración de proteína dentro de rangos bajos o altos tienden a ser más indicativas de la calidad relativa del calostro en cuanto a la concentración de anticuerpos presentes. Existe también mucha variabilidad en títulos de anticuerpos contra agentes contagiosos entre vacas. El título de anticuerpos en el calostro de cada vaca depende del historial de desafíos infecciosos a los que cada animal haya sido expuesto, incluyendo el historial de vacunación. La vacunación de vacas con agentes infecciosos de importancia para becerros recién nacidos unas pocas semanas antes del parto ayuda a aumentar los niveles de ciertos anticuerpos en calostro (Kohara J et al. 1997).

El epitelio del tracto gastrointestinal del becerro recién nacido está literalmente “abierto” a la absorción de macromoléculas enteras (y a células) durante las primeras horas de la vida. Sin embargo, ocurre una evolución muy rápida hacia el “cierre” del intestino como resultado del reemplazo acelerado de dichas células reduciendo la permeabilidad del epitelio intestinal previniendo la absorción de macromoléculas. Esta transición epitelial sucede durante las primeras horas de vida por lo que es importante asegurar que el becerro consume calostro lo antes posible después del nacimiento. Idealmente, la ingestión de calostro debe de ocurrir dentro de las primeras 1-2 horas después de nacido, y críticamente antes de las 6 horas de edad para obtener una transferencia de anticuerpos pasiva adecuada (Stott GH. et al. 1979a). Otros factores que influyen la eficiencia de transferencia pasiva de anticuerpos son distocia y temperaturas estresantes. Se ha observado que fracasos en transferencia de inmunidad pasiva ocurren con más frecuencia en becerros nacidos en partos distócicos y que desarrollan acidosis respiratoria (Besser 1990, Donovan GA et al. 1986). También se ha demostrado que se obtienen mejores niveles de anticuerpos de transferencia pasiva cuando los becerros nacidos de partos difíciles son ayudados a adoptar posturas que promueven mejor respiración y metabolismo (Uystepruyst et al. 2002). Se ha demostrado que temperaturas extremas estresantes tanto frías como calientes afectan la trasferencia pasiva de anticuerpos en becerros neonatos y que los niveles óptimos de transferencia pasiva de anticuerpos se obtienen a temperaturas termneutras (13-26°C) y en medio ambientes secos (Stott GH et al. 1976, Olson DP et al. 1980, Donovan GA et al. 1986).

Para poder obtener una transferencia pasiva de anticuerpos adecuada que proteja al becerro de enfermedades infecciosas durante las primeras 3 semanas de vida, éstos deben de recibir un mínimo de 100 gramos de IgG1 en calostro, preferentemente durante las 2 primeras horas vida.

Para ser efectivo, el calostro vacuno debe de tener una concentraron mínima de IgG1 de 50 gramos/litro. Becerros en alto riesgo (nacidos en partos distócicos y en temperaturas estresantes) con problemas potenciales de absorción de anticuerpos requieren niveles más altos de calostro de buena calidad que becerros nacidos en condiciones normales. La opinión generalmente aceptada es que en nivel mínimo de IgG1 en el suero de los becerros recién nacidos, después de ingerir el calostro, debe de ser de aproximadamente10 gramos/litro (Robinson JD et al. 1988, Virtala AM et al. 1999).

Bibliografía disponible en BM Editores.

Artículo publicado en Entorno Ganadero

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