Contribuciones al estudio de maralfalfa (Pennisetum spp.) en la sierra gorda de Querétaro

Dr. Urso Martín Dávila Montero.
Facultad de Ciencias Naturales.
Universidad Autónoma de Querétaro.
[email protected]

MVZ. MSPAS. Marcela Valadez Noriega.
Facultad de Ciencias Naturales.
Universidad Autónoma de Querétaro.

Dra. Tércia Cesária Reis de Souza.
Facultad de Ciencias Naturales.
Universidad Autónoma de Querétaro.

Dra. Margarita Teresa de Jesús García Gasca.
Facultad de Ciencias Naturales.
Universidad Autónoma de Querétaro.

Introducción

En México, la región tropical comprende aproximadamente 56 millones de hectáreas (28% del territorio nacional) (Hernández et al., 2006; Calderón et al., 2007), el 75% de dicha superficie se dedica a la ganadería, constituida en un 50% de agostaderos y praderas nativas, 25% de praderas inducidas y el resto son praderas introducidas; sin embargo, el índice de productividad de carne y leche del país es bajo, con valores de 35 y 16% respectivamente (1). Esta baja productividad, aunada a la competitiva producción que actualmente existe en el sector agropecuario, obliga a los productores a realizar un uso eficiente de los recursos naturales que poseen (Araya y Boschini, 2005).

En municipio de Arroyo Seco, ubicado en la sierra Gorda de Querétaro tiene una latitud de 21.40924° 33′ N, longitud de -99.63560° 41′ O y altitud de 980 msnm (gaia.inegi.org.mx/2016).

El uso de pastos de corte como las gramíneas de la especie Pennisetum purpureum (Schum), se caracteriza por un alto índice de crecimiento y producción de biomasa por unidad de superficie (Da Silva, 2006), existen variedades de pastos: Taiwán, Gigante o Elefante, King grass, Merkerón y Napier, y los recién introducidos a México como: OM-22, CT-115 y Maralfalfa (Rosa y Silva, 1997), de los cuales varias fuentes, en su mayoría no oficiales, reportan rendimientos de forraje por hectárea, así como su calidad nutricional superiores a los encontrados en los cultivares de Pennicetum purpureum ya conocidos, lo que sugiere la necesidad de generar información científica que avale y sustente para un adecuado manejo y utilización.

Los cultivos de Pennicetum purpureum son de uso generalizado en el trópico, pero no existe una caracterización productiva que defina la producción promedio de los cultivares específicos (Araya y Boschini, 2005) para lo cual es necesario desarrollar una evaluación agronómica; sin embargo, de acuerdo con Enríquez y Romero (1999) la evaluación agronómica de especies forrajeras no se debe basar únicamente en la cosecha final del producto, ya que esto no permite conocer el efecto particular de los factores ambientales sobre la capacidad productiva de las plantas a lo largo de su ciclo biológico. Por eso es de gran importancia describir su comportamiento fisiológico, la producción y la composición nutricional (3). Por tal motivo, el análisis de crecimiento vegetal, constituye una herramienta de gran valor para conocer la formación y acumulación de biomasa, determinada por los factores internos de la planta y por el ambiente en que se desarrolla (Rodríguez y Larqué-Saavedra, 1988).

Origen

El pasto Maralfalfa (Pennisetum purpureum x Pennisetum glaucum) es un pasto perenne con alta productividad que ha sido introducido por los productores en numerosos países de Latinoamérica (Colombia, Brasil y Venezuela, entre otros) debido a su potencial como forraje para rumiantes (Correa, 2006; Moreno y Molina, 2007). Pocas evaluaciones científicas se han realizado en este pasto de manera de definir cuáles son las adecuadas prácticas de manejo, así como su potencial forrajero y valor nutritivo. Algunas investigaciones realizadas con genotipos de Pennisetum spp, demuestran que el pasto Maralfalfa es una alternativa forrajera para aumentar la producción animal por su productividad de materia seca y valor nutritivo (Márquez et al, 2007). Por estas razones este estudio fue conducido de manera de evaluar la respuesta del pasto Maralfalfa a un rango de frecuencias de defoliación a objeto de obtener mayor información del valor nutritivo y reservas del material cosechado lo cual permitirá que este pasto sea utilizado con efectividad optimizando la persistencia del pastizal y el momento óptimo de cosecha.
La Maralfalfa es un pasto mejorado de origen un poco incierto, la información validada indica que es una gramínea perenne del resultado de las cruzas de las variedades de Pennisetum, por lo que sólo se sugiere identificarla como un Pennisetum spp. Crece en macollos, puede alcanzar una altura hasta de 4 m y sus tallos pueden alcanzar un diámetro de 2 a 3 cm. (Orihuela, et al 2014).

La Maralfalfa permanece aún confuso pero los estudios preliminares realizados en el Herbario MEDEL de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, indican que puede tratarse de Pennisetum violaceum (Lam.) Rich. ex Pers. o de un híbrido (Pennisetum hybridum) entre el Pennisetum americanum L. y el Pennisetum purpureum Schum comercializado en el Brasil como pasto Elefante Paraíso. Se requiere, sin embargo, estudios más detallados para esclarecer su clasificación taxonómica por lo que se sugiere identificarlo de manera genérica como Pennisetum sp. (Correa, 2011).

El origen del pasto Maralfalfa (Pennisetum sp.) es aún muy incierto. Existen varias hipótesis al respecto entre las que se encuentra la de José Bernal Restrepo (1979), asegurando que fue el resultado de la combinación de varios recursos forrajeros entre los cuales están el pasto Elefante (Pennisetum purpureum), una grama nativa (Paspalum macrophylum), gramalote (Paspalum fasciculatum), la alfalfa peruana (Medicago sativa) y el pasto brasileño (Phalaris arundinacea). Sostenía que este pasto fue creación suya resultado de la aplicación del denominado Sistema Químico Biológico (S.Q.B), desarrollado por este mismo autor y que es propiedad de la Universidad Javeriana. Los fundamentos y la metodología que sigue el SQB no son descritos por Bernal (1979) lo que le resta seriedad y credibilidad a sus publicaciones. Por otro lado, Sánchez y Pérez (Comunicación personal) afirman que dicho pasto podría corresponder a un Pennisetum hybridum comercializado en Brasil como Elefante Paraíso Matsuda coincidiendo con lo que afirma Hajduk (2004). Este pasto fue el resultado de la hibridación del Pennisetum americanum (L.) Leeke con el P. purpureum Schum (Hanna et al, 1984). Según Hanna et al. (1984), este híbrido es un triploide que puede ser obtenido fácilmente y combina la calidad nutricional del forraje del Pennisetum americanum (L.) con el alto rendimiento de materia seca del P. purpureum Schum. Este híbrido, sin embargo, es estéril por lo que para obtener híbridos fértiles se ha utilizado Colchicina con lo que duplica el número de cromosomas y se obtiene un híbrido hexaploide fértil (Macoon, 1992). Diversos híbridos han sido desarrollados en Estados Unidos con muy buenos resultados tanto en producción como en calidad nutricional (Macoon et al, 1992).

El Pennisetum hybridum fue introducido al Brasil en 1995 a través de la Empresa Matsuda (Vilela, 2004). Actualmente existen algunas variantes disponibles en el Brasil que han sido sometidas a evaluaciones agronómicas (Lira et al, 1998; Vilela et al, 2003(a) y productivas (Vilela et al, 2003(b) con resultados muy promisorios. De esta manera, si el pasto Maralfalfa utilizado en Antioquía corresponde al P. hybridum comercializado en Brasil como Elefante Paraíso Matsuda, será necesario establecer, además, a cuál (o cuáles) variedad corresponde.

Clasificación taxonómica

Las gramíneas pertenecen a la familia Poaceae, la más grande de las familias del reino vegetal. Según Dawson y Hatch (2002) dicha familia está compuesta por 5 sub-familias (tabla 1) las cuales presentan un alto grado de variabilidad, de manera que la asignación de un ejemplar a una determinada sub-familia se basa más en el número de caracteres compartidos con otros miembros de un grupo determinado, que en uno o en algunos caracteres claves (Häfliger & Scholz 1980). En cualquier caso la Panicoideae es una de las sub-familias dentro de la cual se encuentra la tribu Paniceae. Dentro de esta tribu, a su vez, se encuentra el género Pennisetum el cual agrupa a cerca de 80 especies (Dawson y Hatch, 2002).

Contribuciones al estudio de maralfalfa (Pennisetum spp.) en la sierra gorda de Querétaro maralfalfa contribucion 1

Órganos Vegetativos.

Las raíces del pasto Maralfalfa (Pennisetum sp) son fibrosas y forman raíces adventicias que surgen de los nudos inferiores de las cañas. Estas cañas conforman el tallo superficial el cual está compuesto por entrenudos, delimitados entre sí, por nudos. Los entrenudos en la base del tallo son muy cortos, mientras que los de la parte superior del tallo son más largos. Los tallos no poseen vellosidades. Las ramificaciones se producen a partir de los nudos y surgen siempre a partir de una yema situada entre la vaina y la caña. La vaina de la hoja surge de un nudo de la caña cubriéndola de manera ceñida. Los bordes de la vaina están generalmente libres y se traslapan. Es muy común encontrar bordes pilosos, siendo ésta una característica importante en su clasificación. La lígula, que corresponde al punto de encuentro de la vaina con el limbo, se presenta en corona de pelos. Mientras que la longitud y el ancho de las hojas pueden variar ampliamente dentro de una misma planta, la relación entre estas dos medidas parece ser un parámetro menos variable y muy útil al momento de clasificar las gramíneas (Häfliger & Scholz 1980). En el caso particular del pasto Maralfalfa (Pennisetum sp) el comportamiento de esta característica fue diferente. La presencia de pelos en el borde de las hojas, es otro elemento fundamental en la descripción de esta especie.

Es un pasto de gran adaptabilidad, se desarrolla perfectamente desde el nivel del mar hasta los 3,000 m de altitud, aunque después de los 2,200 m su desarrollo es más lento. Se han reportado rendimientos desde 40 toneladas hasta 210 toneladas por hectárea (ha) con un rango del 13% – 18% de proteína dependiendo de la edad al corte, obviamente, mientras más adulto el pasto produce mayor rendimiento (volumen), aunque disminuye el contenido de proteína. El tiempo promedio de corte es cada dos meses (70-105 días dependiendo de la estación del año y la región).

Debido a la gran variedad de climas, topografía, infraestructura y condiciones culturales, en Colombia se han configurado diversos sistemas de producción de leche (Aldana, 1990; Gómezjurado, 1990). A pesar de ello, Aldana (1990) reconoció la existencia de algunos factores comunes que le permitieron generar una clasificación de sistemas de producción dentro de unos pocos grupos basado en la intensidad en el uso de los pastos y en el producto obtenido. En esencia, este autor reconoció la existencia de tres grandes sistemas de producción de leche (lechería especializada, doble utilidad y doble propósito) sustentados en por lo menos cuatro sistemas de producción de forrajes (pastoreo extensivo tradicional, pastoreo extensivo mejorado, pastoreo intensivo suplementado y confinamiento) (Correa, 2011).

Caracterización agronómica y nutricional. Con la finalidad de caracterizar agronómica y nutricionalmente el pasto Maralfalfa (Pennisetum sp), se llevó a cabo una prueba de campo en la finca Guamurú del municipio de San Pedro (Antioquía) la cual se encuentra localizada a 42 kilómetros al norte de Medellín, a 2.475 m.s.n.m., con una temperatura promedio de 14ºC y una humedad relativa promedio de 79.7% correspondiendo a una formación ecológica de bosque muy húmedo montano – bajo (bmh-MB) (Espinal, 1991). Desde marzo del año 2000 en esta finca se viene produciendo Maralfalfa (Pennisetum sp) tanto para la comercialización de semilla como para la alimentación de vacas en producción. Actualmente la finca cuenta con 3.2 hectáreas cultivadas en este pasto dentro de las que, al azar, se seleccionaron dos áreas de corte al interior de las cuales, a su vez, se seleccionaron dos parcelas de 7 x 7 m. Una de las áreas de corte fue fertilizada con una mezcla de fertilizantes químicos y fertilizante orgánico (bovinaza) (F), en tanto que la otra área de corte no recibió el fertilizante orgánico (SF).

La fertilización química consistió en la aplicación de tres bultos de PSMS, un bulto de yeso agrícola, un bulto de cloruro de potasio y dos bultos de urea a los 30 días de rebrote por cada cuadra sembrada en el pasto. Aproximadamente 10 días más tarde, se aplicó un bulto adicional de urea. La fertilización orgánica consistió en la aplicación de aproximadamente 3,200 kg de materia seca de bovinaza/cuadra al día siguiente del corte, lo que equivale a aproximadamente 135 kg de N/cuadra (1). De cada parcela se tomaron tres muestras de suelo que fueron mezcladas para conformar una sola muestra de las parcelas fertilizadas y otra de las parcelas sin fertilizar y en las que se adelantó un análisis de fertilidad en el Laboratorio de Suelos de la Escuela de Geociencias de la Universidad Nacional, sede Medellín. Al día 40, 60, 70, 80, 90 y 110 de rebrote, se tomaron cinco plantas al azar de cada parcela en las que midieron el largo y el ancho de las hojas, el largo y ancho de los entrenudos, el ancho de los nudos, el peso de las hojas y de los tallos, la longitud total y el peso total de la planta y el área foliar de la tercera, cuarta y quinta hoja contadas a partir de la hoja más joven.

Así mismo, y simultáneamente con la cosecha de las plantas, se recolectaron dos metros lineales al azar dentro de cada parcela los cuales se pesaron y de los que se tomó una submuestra de aproximadamente dos kilogramos que se empacaron en bolsas plásticas y se llevaron bajo refrigeración, el mismo día o al día siguiente de la cosecha, hasta el Laboratorio de Control de Calidad de la Planta de Concentrados de la Cooperativa Colanta en donde se secaron a 60°C por 24 horas y en los que se determinó la concentración de materia seca (MS), proteína cruda (PC), extracto etéreo (EE) y cenizas (Cen) por los procedimientos descritos por la AOAC (1990). Así mismo se determinó la concentración de fibra en detergente neutro (FDN) y la fibra en detergente ácido (FDA) por los procedimientos descritos por Van Soest y Robertson (1985). En los residuos de la FDN y la FDA se determinó la concentración de nitrógeno para obtener el nitrógeno insoluble en detergente neutro (NIDN) y en detergente ácido (NIDA). En el laboratorio de Bromatología de la Universidad Nacional, sede Medellín, se determinó la concentración de lignina (Van Soest y Robertson, 1985). Basado en la composición química del pasto se estimó el contenido de nutrientes digestibles totales (NDT) y la Energía Neta de Lactancia (ENl) (NRC, 2001). Así mismo, se realizaron pruebas de degradabilidad ruminal de la MS y de la PC a muestras del pasto tomadas a los 70, 90 y 110 días de rebrote mediante la técnica in situ (∅rskov y McDonald, 1979).

Características

(Cunuhay 2011)

Es un pasto suave, el crecimiento es casi el doble de otros pastos de la zona, altamente palatable y dulce, más que la caña forrajera, sustituye a la melaza.

Producción de forraje

(Cunuhay 2011)

En zonas consuelos pobres en materia orgánica, que van de franco-arcillosos a franco-arenosos, en clima relativamente seco con pH de 4.5. – 5, a una altura aproximada de 1,750 m.s.n.m. y en lotes de tercer corte se han obtenido cosechas a los 75 días con una producción promedio de 28.5 kilos por metro cuadrado.

Como forraje de corte, puede ser una alternativa para la alimentación de los bovinos, ya que se ha demostrado un alto rendimiento, altos contenidos nutricionales, además de ser resistente a la sequía y viable para un programa de conservación de forrajes a través del ensilado.

Conservación de forrajes: Se realiza con la finalidad de disponer de alimento en las temporadas críticas, como las de sequía. Los métodos más conocidos son el ensilaje, henificado, achicalado y germinados.

Ensilaje. Es el proceso de conservación de los forrajes en estado verde con un elevado contenido de humedad eliminando el aire y la luz.

Ensilado. Es el producto o forraje que resulta de la fermentación de plantas forrajeras que son almacenadas sin aire, luz y con una buena compactación.

Tipos de silos:Contribuciones al estudio de maralfalfa (Pennisetum spp.) en la sierra gorda de Querétaro maralfalfa contribucion 2

Zanja: Es una excavación en el suelo de forma alargada, en los climas lluviosos tanto las paredes como el piso deben estar revestidos de materiales permanentes e impermeables, en cambio, en climas secos no es necesario dicho revestimiento.

Trinchera: Son también de forma alargada pero construidos con diferentes materiales sobre el nivel de suelo.

Cincho: Son de forma cilíndrica pero pequeños, se requiere de estructuras metálicas las cuales se pueden utilizar para realizar varios silos.

Bolsa: Se requiere de maquinaria y bolsa especial y adquieren una forma de “salchicha o chorizo”.

Torre: Es de forma cilíndrica con mucha altura, por lo que el propio peso del forraje produce una buena compactación asegurando la expulsión del aire.

Almiar: También conocido como pastel, se construye sobre el suelo sin ningún tipo de material (Orihuela, et al, 2014).

Tamaño del silo: Dependerá del número y tipo de animales a alimentar. Se necesita tener claro cuántos animales se van a alimentar y en qué etapa fisiológica se encuentran. (Vacas lactantes, vacas secas, novillas, etc.), considerando que pueden consumir entre el 3 y 5% de su peso vivo. Tiempo requerido: Se requiere definir el tiempo en el que se van alimentar con ensilado. Disponibilidad de forraje: Es necesario conocer el rendimiento aproximado del forraje a ensilar así como la superficie de la parcela de dicho forraje. Espacio disponible: De igual manera se necesita conocer qué tanto espacio o terreno se cuenta para la construcción del silo. Capacidad económica: Es indiscutible que para realizar esta actividad se requiere de una inversión por lo que se debe saber con cuánto efectivo se dispone (Orihuela, et al, 2014).

Inóculos y aditivos: Su uso se realiza con la finalidad de mejorar la calidad de la fermentación (láctica), así como mantener la calidad nutritiva del forraje. En el caso de algunos forrajes como el maíz y sorgo, se puede realizar el proceso de ensilaje sin ningún aditivo si éstos se cortan en su etapa adecuada, en estado lechoso masoso, pero si se desea mejorar la calidad del ensilaje en los forrajes sin grano como el caso de la Maralfalfa, se puede adicionar: melaza, urea, granos y subproductos, ácido fosfórico e inoculantes bacterianos. Aditivos: Permite la formación de ácidos grasos volátiles (AGV). Ejemplo: 5 kg de ácido fosfórico, 1 litro de yogurt natural y 95 litros de agua para 5 toneladas de forraje (Orihuela, et al, 2014).

Características de un buen silo: La calidad dependerá de las características organolépticas, físicas y químicas, debe de ser un color amarillo-verdoso, olor agradable (ácido), textura firme, humedad (65 – 75%), pH de 3.5 – 4, valor nutritivo alto. Picado. Se realiza un picado de aproximadamente 2-3 cm para la alimentación de ganado bovino y éste se realiza por medio de picadoras o ensiladoras de forraje. Llenado: Por capas de 30 a 50 cm de forraje picado, en cada capa se esparcen los aditivos y se apisona perfectamente. Apisonado: Ayuda a evitar la formación de hongos y/o fermentación del silo en un medio anaerobio.

Por lo que es indispensable un excelente apisonado (Orihuela, et al, 2014).

Tapado: Mantiene un medio anaerobio, evitando el crecimiento de hongos y la contaminación del silo por aflatoxinas y micotoxinas. Apertura. Se realiza a los 28 días después de finalizado el proceso de ensilaje para dar tiempo a la fermentación del forraje y la formación de las bacterias ácido lácticas. Una vez abierto el silo se proporciona el forraje al ganado en producción para su alimentación a razón de 20 kg de forraje por vaca, aproximadamente (Orihuela, et al, 2014).

Costo estimado: Considerando los jornales, combustible, renta de maquinaría, aditivos y plástico, tiene un costo estimado de $0.20 por kg. Tomando en cuenta el consumo aproximado del 5% del peso vivo de una vaca en producción de 500 kg representa un costo de $5.00 por día, con esto se logra bajar el costo de producción y así contribuir a hacer más rentable la ganadería en las unidades de producción del estado (Orihuela, et al, 2014).

Achicalar: proceso para desecar o quitar humedad a los forrajes, pero conservándolos verdes y con todos sus nutrientes. El proceso puede ser realizado en forma natural (asoleándolo) o artificial mediante máquinas deshidratadoras. También se conoce como henificar (Orihuela, et al, 2014).

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Artículo publicado en Entorno Ganadero

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