Fisiopatología del estrés

Dr. Juan Carlos del Río García.
UNIGRAS-Patología FESC, UNAM.
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Los animales, al igual que el resto de los seres vivos, están altamente organizados y esta complejidad hace posible la especialización de partes diferentes del organismo para desempeñar funciones diversas.

La Fisiología es la ciencia que estudia el funcionamiento de los órganos, aparatos y sistemas que constituyen los organismos, es decir, los procesos biológicos que tienen lugar en su interior. Pero para que los organismos funcionen eficazmente, en este caso los animales, se requieren determinadas condiciones que propicien que el ambiente interno del cuerpo sea satisfactorio. Por ejemplo, deben tener una concentración adecuada de nutrientes, oxígeno y otros gases, así como compuestos necesarios para el metabolismo, y además su temperatura interna y presión deben mantenerse dentro de límites relativamente estrechos.

Homeostasis es la tendencia de muchos procesos fisiológicos a mantener un ambiente interno relativamente constante en el organismo, que garantice la continuidad de la vida. El mantenimiento de este ambiente estable es un problema crítico para todos los animales, puesto que el ambiente interno se encuentra en incesante cambio y la homeostasis se ve continuamente amenazada por determinados factores, como son las variaciones en el ambiente interno o externo, por lo que el cuerpo debe ajustarse permanentemente a estos cambios. Sin embargo, la mayoría de los animales han desarrollado complejos mecanismos fisiológicos que les permiten mantener condiciones internas apropiadas aún viviendo en ambientes adversos.

Las condiciones de equilibrio en el interior de los animales se mantienen por numerosos mecanismos homeostáticos denominados sistemas de retroalimentación. Los sistemas de retroalimentación negativa contrarrestan los efectos de cambios en el ambiente interno; los sistemas de retroalimentación positiva, menos corrientes, refuerzan los cambios ante una necesidad fisiológica.

En la retroalimentación negativa, un cambio activa una respuesta, que contrarresta ese cambio inapropiado, de modo que el resultado es que el sistema vuelva a su condición original estable. A este proceso se le ha denominado “estrés”.

La Real Academia Española define al estrés como “Situación de un individuo, o de alguno de sus órganos o aparatos, que, por exigir de ellos un rendimiento superior al normal, los pone en riesgo próximo de enfermar”. En nuestra práctica lo consideramos como equivalente a la respuesta o reactividad del organismo de índole física o emocional a toda demanda de cambio real o imaginario que produce adaptación y/o tensión. Esta respuesta puede ser aguda (alarma) o crónica (estado de vigilancia) en cada caso adecuado o inadecuado. El estrés puede ser también considerado como un desajuste entre la expectativa y realidad.

El estrés produce en el organismo una respuesta endocrina aguda, mediada por la liberación de adrenocorticotrofina (ACTH) que induce, a su vez, la liberación de corticoesteroides, o crónica, mediada por catecolaminas. Este mecanismo fisiológico, necesario para la supervivencia, en caso de resultar excesivo por intensidad, duración o ambos, produce enfermedad. Esto también puede impactar en los animales, ya que la reducción del estrés durante los trabajos de manejo tiene la doble ventaja de aumentar la productividad animal y mantener la calidad de la carne. Diversos trabajos indican que el ganado que se pone agitado y nervioso en la manga de compresión tiene ganancias de peso significativamente menores, carne más dura, y más cortes lindantes con la carne oscura.

FISIOPATOLOGÍA DEL ESTRÉS.

El estrés se define como el producto de reacciones biológicas y psicológicas que se desencadenan en un organismo cuando se enfrenta de una forma brusca con un agente nocivo, cualquiera que sea su naturaleza. Los agentes inductores de estrés son detonadores de respuestas orgánicas y además son capaces de desequilibrar los mecanismos reguladores homeostáticos, de tal manera que el organismo pierde su capacidad de mantener sus balances fisiológicos dentro de los límites normales.

FIGURA 1. Fisiopatología del estrés animal. (Modificado de Caballero y Sumano; 1993).

Fisiopatología del estrés fisiopatia estres 2

La respuesta a factores estresantes incluye estructuras somáticas, viscerales, alteraciones metabólicas, endocrinas y nerviosas. En relación con la presencia de estos agentes inductores de estrés aparece el Síndrome General de Adaptación (SGA), en el cual se reconocen tres fases: a) una respuesta inmediata mediada por el sistema nervioso simpático; b) resistencia, que se presenta cuando hay estimulación crónica y existe participación del eje hipotálamo, hipófisis y corteza adrenal y c) una reacción de agotamiento, en la que un estímulo crónico sobrepasa los niveles de resistencia y conduce al agotamiento de la energía de adaptación y finalmente a la muerte.

En estados de estrés físico y emocional de carácter agudo, el sistema nervioso simpático (adrenérgico) se descarga como una unidad, lo que da como resultado la estimulación generalizada del cuerpo, especialmente de la médula adrenal generando adrenalina. Esto produce un aumento en la frecuencia cardiaca y en la presión sanguínea, dilatación pupilar, elevación de los niveles sanguíneos de glucosa y de ácidos grasos libres, además de un incremento del estado de alerta. El efecto de la descarga simpática no sólo es diseminado, sino de mayor duración que la descarga parasimpática (colinérgica), debido a la circulación prolongada de adrenalina y noradrenalina. Si bien, el estado de estrés tiene la capacidad de provocar una abundante descarga hormonal desde la glándula suprarrenal y fibras terminales nerviosas respectivamente, la liberación de acetilcolina antagoniza los efectos de adrenalina y noradrenalina y evita un desbalance entre los dos sistemas que pudiera poner en peligro la vida.

La capacidad de adaptación y la complejidad de las respuestas fisiológicas de un individuo están reguladas por la liberación de hormonas. Bajo la acción de estímulos estresantes, las células del hipotálamo segregan la hormona liberadora de corticotrofina (ACTH-RH); ésta llega a la hipófisis anterior por medio de una red vascularizada especializada (sistema porta) y provoca la liberación a la corriente sanguínea de la Hormona Adrenocorticotrófica o ACTH.

Existen tres componentes principales en la secreción de ACTH, un ritmo diurno inherente a ella llamado circadiano, un sistema de retroalimentación de “asa” cerrada, que responde a los cambios en los niveles de cortisol circulante, y un componente de “asa” abierta relacionada con los numerosos estímulos mediados neuralmente y comúnmente referidos a factores estresantes tanto de carácter físico como emocional, éstos pueden ser el dolor, fiebre, ansiedad, depresión, hipoglucemia, etc. Algunas hormonas como ACTHRH, ß-endorfinas, arginina y vasopresina, estimulan la liberación de ACTH, mientras que los corticoesteroides, la somatostatina y norepinefrina cerebral inhiben su secreción. Los efectos primarios de ACTH sobre la corteza suprarrenal son: la estimulación de la secreción de glucocorticoides, mineralocorticoides y esteroides androgénicos. La ACTH, se enlaza a receptores específicos de gran afinidad, situados sobre las membranas plasmáticas de la corteza suprarrenal y estimula la esteroideogénesis al favorecer la conversión de colesterol a pregnenolona a través de un mecanismo mediado por adenilciclasa. La ACTH también estimula la síntesis de proteínas conduciendo a hipertrofia e hiperplasia corticosuprarrenales. En presencia de estrés, la aparición de glucocorticoides es inmediata y proporcional a la gravedad del estímulo.

Entre los efectos específicos que provocan los glucocorticoides se pueden mencionar los siguientes: estimulan la gluconeogénesis a nivel hepático, que consiste en la conversión de aminoácidos en carbohidratos, aumentan el glucógeno hepático, la glucosa sanguínea, facilitan la lipólisis, la excreción de agua, interfieren en la respuesta inflamatoria, suprimen el sistema inmunitario y estimulan la secreción de ácido en el estómago.

Asociado a la liberación de ACTH, en estados de estrés, se liberan endorfinas, las cuales son pequeñas cadenas de aminoácidos que contienen una secuencia de metionina o leucina con una afinidad por los receptores opiodes. La clásica localización para éstos son las glándulas suprarrenales y la hipófisis.También han sido detectados opioides en los ganglios sensitivos, en los terminales periféricos de los nervios sensitivos, además de las células inmunitarias relacionadas con los procesos inflamatorios. La acción de las endorfinas es principalmente la analgesia, produciendo inhibición del peristaltismo, en el aparato respiratorio bradipnea e hipoventilación y en el sistema circulatorio, bradicardia e hipotensión.

Algunos investigadores mencionan que cuando el o los factores estresantes son percibidos, se inicia una cascada de eventos, la mayoría relacionados con el eje hipotálamo – hipófisis – corteza adrenal, que finalmente lleva a la liberación de corticoides con determinados efectos fisiológicos (Figura 1).

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Artículo publicado en Los Avicultores y su Entorno Abril-Mayo 2019

Fernando Puga
Fernando Pugahttps://bmeditores.mx/
Editor en BM Editores, empresa editorial líder en información especializada para la Porcicultura, Avicultura y Ganadería.
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