El Grano

MVZ. José Exiquio Jiménez Torres †

Todos los días es lo mismo, en cuanto llega Olegario, pregunta que cuántos muertos, repetidas, abortos y manda llamar al médico; Inocencio el Dr., hasta se esconde, ya sabe la cantaleta, el precio anda por los suelos, la soya anda por las nubes, nosotros sin producir, a dónde vamos a dar y se rasca la cabeza.

Luego las comparaciones. Me platica mi compadre que a él le nacen de a 12, y los 12 los desteta, ninguna vacuna mete, gasta poca medicina, los puercos van de volada, los vende a los 5 meses con sobre precio, pesados y sin nada de manteca, no le repiten las puercas y mucho menos le abortan ¿Qué pasará con nosotros, por qué estamos tan salados? Maldita suerte la nuestra.

Inocencio poco duerme, pues casi vive en la granja; temprano en la madrugada toma el baño sanitario para cumplir con las reglas, siempre usa overol y botas pues los compró de su bolsa.

Aún no ha amanecido y ya está revisando partos, prende focos, limpia lechones, los mete a la lechonera y sincroniza las puercas; prende la bomba del pozo para que no falte el agua, luego al velador despierta.

Pa cuando llegan los peones él ya alimentó las puercas, bajó cortinas, abrió llaves y vio que todas comieran, luego busca calores, mete el macho a primerizas, corre a preparar el semen y abre todas las puertas. Después se va a los destetes que revisa con cuidado, pues es en esta sección, donde empiezan los problemas, cada puerco que se muere le duele tanto en el alma y se mortifica tanto como si él se muriera. Olegario no conforme, lo crítica por güevón y el encargado lo cuida todo el día pa ver lo que hace y, en cuanto nota un detalle va y le platica al patrón.

Inocencio ya no aguanta y sólo espera el momento para irse de vendedor, tendrá carro y muchos viáticos, trabajara cuando quiera y no tendrá que aguantar todos los días al patrón.

Llegó el día tan esperado, la ocasión se presentó, platicó con Olegario y la granja le entregó, éste no podía creer tanta ingratitud del médico, después que por mucho tiempo le aguantó tantos problemas, el moridero de puercos, el sueldo que le pagaba y le prestaba el tractor, quería día de descanso para ir a ver su vieja, no trabajar los domingos, tampoco los días de fiesta y, pa no alargar el cuento le pudo mucho a Olegario que el médico se le fuera.

Para Olegario señores, tener medico en su granja, se pudiera comparar con tener un grano en la cola; no lo podía ver, seguido “lo cagaba” y no quería que se lo quitaran.

“Nadie sabe el médico que tiene hasta que lo pierde”

Artículo publicado en Los Porcicultores y su entorno Julio-Agosto 2014

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