El dolor asociado a prácticas rutinarias en lechones

Ramiro Ramírez Necoechea,
Grupo Fisiología del Estrés y Bienestar en Animales de Granja.
Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco.

Daniel Mota Rojas
[email protected]

Patricia Roldan Santiago

Luis de la Cruz Cruz

Patricia Mora Medina.
Grupo Fisiología del Estrés y
Bienestar en Animales de Granja.

Efraín Pérez Pedraza


Introducción

Los animales en condiciones comerciales son sometidos a diversas prácticas invasivas de rutina, tales como tratamientos médicos, identificación con muescas en las orejas, administración de hierro, recorte de colmillos, corte de cola y castración (O’Connor et al., 2014; Probst et al., 2012; Sutherland, 2015). En los lechones, estos procedimientos se realizan de manera simultánea principalmente en los primeros días después del nacimiento, incluso en una sola sujeción, lo cual ocasiona estrés y dolor en los animales (Marchant-Forde et al., 2013), comprometiendo su bienestar (Guatteo et al., 2012; Lynne et al., 2014). El dolor ha sido definido por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor como una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada con daño tisular real o potencial (IASP, 1979). A través de diversos estudios se sabe que los animales responden al dolor mediante la emisión de vocalizaciones, así como modificaciones fisiológicas y de comportamiento (agresión, respuestas de miedo, escape, automutilación, sudoración, y postración) (Taylor y Weary 2000; Hasson et al., 2011; Dzikamunhenga et al., 2014).

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FIGURA 1. Sujeción de lechón para realizar la cirugía.

El uso de fármacos para atenuar el dolor en tales prácticas, no se usa de manera rutinaria, debido a razones históricas, ya que los procedimientos han pasado de generación en generación, también porque incluyen un costo adicional, además por la falta de sentido práctico y el desconocimiento del uso de fármacos (O’Connor et al., 2014).

Es por ello que el objetivo del presente artículo es analizar y discutir las principales prácticas comunes en la producción del cerdo que comprometen su bienestar: castración, descolmillado y corte de cola.

Dolor

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FIGURA 2. Limpieza y desinfección del escroto previo a realizar la incisión.

La definición utilizada para dolor en animales es descrita como una experiencia sensorial aversiva causada por una lesión real o potencial que provoca reacciones de protección (Lynne et al., 2014), resulta en una fase inicial que ocasiona principalmente impulsos nerviosos a los receptores, el segundo o fase inflamatoria, surge principalmente debido a daño de los tejidos y está mediada principalmente por la síntesis de prostaglandinas y la liberación de citoquinas (O’Connor et al., 2014). La evaluación del dolor es complicada, especialmente cuando se realiza en animales debido a que ellos no expresan verbalmente su dolor (Wall, 1992; Anil et al., 2002). Existen otras complicaciones después de la castración que incluyen hemorragias e inflamación excesiva, sobre todo si se cortan los cordones espermáticos (Rault et al., 2015).

Sin embargo, algunos autores mencionan que los animales que experimentan DOLOR, modifican su comportamiento con la finalidad de no hacer más grave la lesión, prevenir que el estímulo doloroso se repita y ayudar a la recuperación de la zona dañada (Flecknell, 1994¸Lynne et al., 2014; Prunier et al., 2013). Aunado a ello, un estímulo doloroso es un potente factor causante de estrés que puede ocasionar cambios fisiológicos asociados con el sistema nervioso simpático y el eje hipotálamo-hipofisis–adrenal, los cuales puede provocar incremento del ritmo cardiaco, frecuencia respiratoria, incremento en la presión sanguínea, aumento de la temperatura corporal, y pérdida de peso corporal (Lynne et al., 2014; Prunier et al., 2013; Flecknell, 1994). Por otro lado, los receptores del dolor responden a estímulos que pueden causar daño a las células, incluyendo calor, presión, vibración y sustancias químicas liberadas durante los procesos inflamatorios (Meintjens, 2012). Así mismo, el daño de algún tejido activa al sistema inmune y la liberación de numerosos mediadores inflamatorios, por ejemplo la liberación de interleucina-1 liberada después de un daño en el tejido estimula la liberación de ACTH y cortisol (Prunier et al, 2013).

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FIGURA 3. Incisión en el escroto de aproximadamente 2 cm.

El dolor puede considerarse como agudo o crónico, el dolor agudo suele ser temporal y es el resultado de una causa específica, como una cirugía, una lesión o infección (Turk and Okifuji, 2001), lo que ocasiona una sensación punzante y localizada en una zona precisa y puede ser reversible, de breve duración y puede empeorar si no se le brinda atención, por el contrario, el dolor crónico se presenta cuando hay daño tisular severo; es una sensación tipo quemadura de localización imprecisa y duración prolongada para la que no existe adaptación (Orozco-Gregorio et al., 2013).

En este sentido, numerosos indicadores han sido utilizados para evaluar el grado de dolor que experimentan los animales, las posturas, comportamientos y emisión de vocalizaciones pueden indicar dolor (Puppe et al., 2005; Prunier et al., 2013). Sin embargo, a pesar de que las concentraciones de cortisol son utilizadas como indicadores de dolor, la hormona sólo proporciona información indicativa de un estímulo dañino o del grado de estrés ocasionado por éste (Espinoza et al., 2013). Además, como consecuencia de la castración los niveles de glucosa en sangre se incrementan debido a la movilización de glucógeno del hígado y los músculos; el metabolismo anaeróbico del glucógeno provoca incremento en los niveles de lactato, Otro indicador útil en la valoración del estrés y pérdida de bienestar en animales es la creatincinasa (CK), una enzima que refleja el daño de los tejidos y sus niveles circulantes pueden ser asociados con lesiones del tejido (Kluivers-Pood et al., 2007).

Castración

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FIGURA 4. Exteriorización del testículo mediante la incisión en el escroto (castración cerrada).

El uso común del término castración se refiere a la esterilización de los machos, es decir, la extirpación de los testículos o la destrucción in situ de la función testicular (Rault et al., 2015). La castración quirúrgica es el método más común utilizado en las granjas comerciales para prevenir el olor a verraco (Sutherland et al., 2012), históricamente la castración del ganado se ha realizado por la obtención de una gran variedad de beneficios como: la prevención de la reproducción no deseada, para reducir peleas entre individuos, facilitar el manejo de los animales y para mejorar la calidad de la carne en animales destinados al consumo humano (Rault et al., 2011). Sin embargo, las implicaciones para el bienestar de los animales son graves, en primera por el dolor agudo que ocasiona el procedimiento y segundo por el dolor crónico que se produce después de la castración (Rault et al., 2015), el cual puede prolongarse hasta por 5 días ya que generalmente no se trata con terapia analgésica (Hay et al., 2003), aunque esto no está del todo estudiado (von Borell et al., 2008). Los testículos y la piel del escroto están inervados con nociceptores, que perciben el dolor, los cuales se estimulan al realizar una o dos incisiones con un bisturí afilado (Rault et al., 2015).

Estudios realizados por Puppe et al., (2005) demostraron que el dolor agudo provocado por la castración quirúrgica tiene como consecuencia el deterioro del bienestar del animal, debido a que la castración quirúrgica tiene como resultado el consecuente incremento del cortisol y la hormona adrenocorticotropica (ACTH) en plasma y de los niveles de lactato sanguíneos (Priuner et al., 2005; Sutherland et al., 2012). En este sentido, estudios realizados por Priuner et al., (2005) muestran que cerdos castrados incrementaron los niveles en plasma de ACTH durante los primeros 60 minutos, y de cortisol por un periodo prolongado (>6 h) después de realizarse la castración, acompañado por un incremento en las concentraciones de lactato, el cual ha sido empleado recientemente como indicativo de estrés y pérdida de bienestar (Becerril-Herrera et al., 2010; Mota-Rojas et al., 2012).

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FIGURA 5. Herida en el escroto ocasionada por la cirugía.

Es importante señalar que durante el procedimiento quirúrgico de la castración, el cerdo puede experimentar dolor desde el momento de la sujeción, lavado de la región ano-genital, incisión escrotal y tracción para la rotura de los cordones espermáticos (Flecknell, 1994; Lynne et al., 2014; Prunier et al., 2013). Por ejemplo, Taylor y Weary (2000) reportaron que la incisión sobre el escroto genera vocalizaciones de mayor frecuencia en comparación con el proceso de sujeción, sin embargo, la rotura de los cordones espermáticos es el componente de la castración que más dolor provoca en los lechones, comprometiendo su bienestar, especialmente cuando es practicada sin anestesia (Puppe et al., 2005).

En algunos países europeos (Noruega, Suiza y Holanda) se recomienda que la castración sea realizada únicamente por veterinarios, utilizado un anestésico (Leidig et al., 2009; Tuyttens et al., 2011). Sin embargo, en algunos países del mundo, las castraciones son realizadas sin anestesia (EFSA, 2004), por lo que esta práctica ha sido criticada cada vez más.

Se sabe que la edad puede ser un factor importante que determine el nivel de dolor en los animales, así, diversos estudios indican que los lechones castrados durante la primera semana de vida presentan menos dolor comparados con aquellos que son castrados a las 2 ó 3 semanas de edad (Taylor et al., 2001; Heid y Hamm, 2013). Por otra parte, algunos estudios sugieren que los cerdos castrados entre 1 y 3 días de edad, pueden presentar una disminución en el crecimiento debido a que la castración puede influir con el establecimiento del orden de la teta, lo que puede poner en desventaja a un cerdo castrado para competir por las tetas más productivas (Hay et al., 2003). Por su parte, Heinritzi et al, (2006) señalan que cerdos castrados a los 4 días de edad comparados con cerdos castrados a los 7, 10 y 28 días presentan un menor tiempo de cicatrización. En contraste, al comparar los niveles de cortisol y el desempeño productivo de cerdos castrados a los 3, 6, 9 ó 12 días de edad Carroll et al. (2006) encontraron un incremento de los niveles de cortisol sanguíneo independientemente de la edad del lechón por lo que establecen que la edad no tiene efecto sobre la ganancia de peso en lechones. Asimismo, al castrar lechones a los días 1, 5, 10, 15 ó 20 días de edad McGlone et al., (1993) encontraron que los lechones presentan comportamientos similares sin importar la edad en que realice la cirugía.

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FIGURAS 6 Y 7. Corte de colmillos de un lechón de 5 días de edad, recorte de aproximadamente el tercio superior del diente.

Resultados similares son descritos por Taylor et al. (2001) al comparar cerdos castrados a los 3, 10 ó 17 días y no encontrar diferencias en la frecuencia de las vocalizaciones por efecto de la edad. Asimismo, Kattesh et al., (1996) señalan que al castrar cerdos de 7 y 14 días de edad, no se encuentran diferencias en los niveles de cortisol. Se han identificado pautas de comportamiento ocasionadas por la castración en lechones de 5 días de edad, tales como: anorexia, adinamia, temblores y espasmos de miembros posteriores, aislamiento y disminución de la interacción social (von Borell et al., 2008).

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FIGURA 8. Corte de cola por cauterización en lechón de un día de edad.

Existe evidencia que demuestra que la aplicación de agentes anestésicos puede reducir el dolor ocasionado por la castración, y en algunos casos el dolor post-operatorio (Rault et al., 2011). Sin embargo, esta práctica requiere que se establezca un método de sujeción adecuado, por lo que no es considerada una actividad práctica para algunos productores (Taylor, Weary, Lessard, and Braithwaite (2001). Aunado a ello, el uso de anestesia general no es práctico ya que los cerdos requieren tiempo para recuperarse, ya que permanecen letárgicos y si se colocan con la madre, se incrementa el número de lechones muertos por aplastamiento (Rault et al., 2015), lo recomendable es el uso de anestésicos locales, inyectados directamente en el testículo y/o cordón espermático, los cuales reducen el dolor ocasionado por la cirugía (von Borell et al., 2008). Sin embargo, la principal desventaja del uso de anestesia local es la necesidad de manejar en varias ocasiones el animal, que puede dar lugar a un incremento a los factores de estrés (Nannoni et al., 2014). Así mismo, la castración con lidocaína intratesticular en el saco escrotal ha demostrado reducir la producción de hormonas y de respuestas en el comportamiento asociadas con el dolor (Thun et al., 2006); además se sabe que la aplicación de un anestésico reduce la presión sanguínea, frecuencia cardiaca, vocalizaciones y las respuestas conductuales en cerdos (Sutherland et al., 2012). Así mismo, Hasson et al., (2011) reportan que cerdos castrados con el uso de anestesia local (lidocaína) emiten menor número e intensidad de vocalizaciones en comparación con cerdos castrados sin anestesia.

En contraste, resultados de Leidig et al, (2009) señalan que las vocalizaciones emitidas por cerdos castrados con uso de un anestésico local son similares a las emitidas por cerdos castrados sin el uso de un anestésico. Otros estudios han encontrado que lechones castrados con lidocaína se mueven menos durante la cirugía en comparación con cerdos a las que no se les aplicó lidocaína (Hasson et al., 2011). Aunado a ello, la técnica quirúrgica utilizada para realizar la castración varía dependiendo de quién la realiza, sin embargo, en la mayoría de los casos el escroto es incidido con una hoja de bisturí realizando dos incisiones verticales una sobre cada testículo y en un menor número de ocasiones se utiliza una sola incisión horizontal de aproximadamente 2 cm de ancho entre ambos testículos. Posteriormente se realiza la separación del tejido que rodea a cada testículo, ambos son exteriorizados y removidos mediante el corte de los cordones espermáticos; lo más común es cortar los cordones con la hoja del bisturí o jalar y desgarrar los cordones; esta última técnica está prohibida en Europa (Fredriksen et al., 2009) (Figuras 1, 2, 3, 4, 5 y 6).

Hoy en día existe de manera comercial la vacuna contra la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH) (Improvac®; Pfizer), la cual estimula el sistema inmune del cerdo para producir anticuerpos específicos inhibiendo temporalmente la función testicular, consiste en aplicar dos inyecciones subcutáneas en los músculos del cuello, la primera dosis se aplica a partir de la 8ª semana de edad y la segunda deberá aplicarse 4-5 semanas previo a la matanza.

Descolmillado

Los lechones nacen provistos de caninos e incisivos (Weary y Freaser, 1999), el recorte de los dientes en el cerdo comúnmente es realizado utilizando pinzas cortando lateralmente la punta del diente, aproximadamente el tercio superior (Figuras 7 y 8) o en ocasiones extirpando por completo el diente, teniendo cuidado de no exponer la zona vascularizada y así reducir el riesgo de infección. Esta práctica comúnmente se justifica porque reduce lesiones en las glándulas mamarias durante la lactancia en la madre y de sus compañeros de camada durante la competición del pezón (Guatteo et al., 2012; O’Connor et al., 2014; Sutherland, 2015;) es importante señalar que el descolmillado está comúnmente asociado con dolor, irritación y disconfort (Lewis et al. 2005). Prunier et al. (2005) mencionan que cuando el descolmillado se realiza triturando o cortando los dientes con las pinzas puede provocar un incremento en las concentraciones de (ACTH), cortisol, y lactato en el plasma.

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FIGURA 9. Lechón de un día de edad con corte de cola “para prevenir la caudofagia”.

En este sentido, estudios realizados por Gallois et al. (2005) señalan que la presencia de lesiones en la piel de lechones disminuye cuando los lechones son descolmillados en comparación con lechones intactos.

Es importante considerar que la técnica utilizada para realizar el descolmillado puede afectar severamente al lechón, debido a que el descolmillar lechones con el uso de tijeras se da lugar a una mayor incidencia de aberturas de la cavidad oral, fracturas, hemorragias y lesiones de las encías en comparación con lechones descolmillados triturando el colmillo (Hay et al 2004; Gallois et al., 2005; Lewis et al. 2005).

En este sentido, Weary y Freaser (1999) señalan que los lechones sin descolmillar presentan mejores ganancias de peso en comparación con lechones descolmillados, lo cual puede deberse simplemente a que estos lechones pueden tener mejor acceso a una teta funcional, así mismo, es posible que el dolor o lesión en el lechón que resulta del descolmillado pueda afectar la ganancia de peso de los lechones.

Corte de cola

El corte de cola es realizado pocos días después del nacimiento, puede reducir la caudofagia entre compañeros, sin embargo, no la elimina, además de ser una mutilación dolorosa puede enmascarar problemas relacionados con el manejo (D’Eath et al., 2014), incluso puede dar lugar a infecciones, la formación de abscesos, y en casos graves, parálisis y la muerte (O’Connor et al., 2014). Tiene implicaciones en el bienestar animal, tanto para los individuos que expresan activamente estas conductas anormales y los animales que son mordidos. El corte de cola, per se, representa un tipo de lesión cuyo objetivo es paradójicamente evitar lesiones más graves (Nannoni et al., 2014; Sutherland, 2015). El corte de cola comúnmente se realiza en lechones mediante el uso de tijeras, hojas de bisturí o cauterización (Figuras 9 y 10), la longitud de la cola debe ser la suficiente para cubrir la vulva de las hembras y en los machos una longitud equivalente, debido a que el corte de cola está asociado con la presencia de dolor agudo y posiblemente crónico (Sutherland, 2015).

Al comparar el efecto del corte de cola sobre la respuesta inmunológica del lechón a los 6 días de edad Sutherland et al., (2008) encontraron una reducción de glóbulos blancos en los lechones castrados con el método tradicional realizando el corte de cola utilizando tijeras y cauterizando la herida en comparación con el grupo donde se simuló la castración (P<0.05). En relación al comportamiento, se ha reportado que los lechones que son descolados por el método tradicional o mediante cauterización permanecen más tiempo echados sobre el tren posterior en comparación con lechones que no fueron decolados (P<0.05). En este sentido, cuando el corte de cola se realiza sin uso de anestesia, los lechones se exponen a un proceso estresante el cual se encuentra relacionado con el incremento en las concentraciones de cortisol sanguíneo y número de vocalizaciones, estos cambios se han reportado como una respuesta ante otros factores causantes de estrés y pueden reflejar una redistribución de linfocitos de la circulación a otros órganos para aumentar la respuesta inmunológica durante situaciones de estrés (Sutherland et al., 2011).

Aunado a ello, lechones a los que se le corta la cola con tijeras incrementan las concentraciones de cortisol en comparación con lechones descolados por cauterización (Sutherland, 2015). La caudofagia es de difícil estudio, ya que se considera multifactorial y su aparición es repentina y de rápida propagación, que hace difícil detectar las posibles causas después del inicio de un brote (D’Eath et al., 2014). Ya que el corte de cola provoca estrés agudo y dolor, sin importar el método utilizado (Sutherland et al., 2009; Marchant-Forde et al., 2009). Por lo tanto, es de suma importancia conocer y evaluar otros métodos no invasivos para disminuir comportamientos como la caudofagia, proporcionar enriquecimiento ambiental (Van der Weerd et al. 2003). Los cerdos necesitan acceso a materiales, como paja, heno, madera, aserrín o mezclas entre los mismos para que realicen actividades de exploración, esto podría disminuir los comportamientos indeseables (D’Eath et al., 2014).

Conclusiones

En la producción porcina existen diferentes prácticas rutinarias que pueden generar dolor en los animales. Las diferentes prácticas pueden comprometer el bienestar de los cerdos. Así, la castración, el descolmillado y corte de cola, si bien, tiene como fin reducir las peleas, lesiones o facilitar el manejo de los animales, por el contrario, puede tener efectos negativos sobre la tasa de crecimiento en los cerdos. No obstante, el dolor puede inhibirse implementando procedimientos quirúrgicos adecuados en los cuales se utilicen anestésicos con la finalidad de mitigar el dolor en los animales.

Bibliografía recomendada

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Artíuculo publicado en Los Porcicultores y su Entorno

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