Asistencia del parto: Secado del lechón neonato

Guadalupe Edgar Beltrán-Rosas
Víctor Anzurez España

La primera parte de este artículo fue publicada en la edición julio-agosto 2021 de Los Porcicultores y su Entorno.

Asistencia y sincronización de partos

La duración de la gestación varía entre las cerdas y la inducción del parto permite sincronizar el parto. Además, el parto es difícil de predecir y a menudo ocurre por la noche cuando el personal no está presente. En ese caso, la sincronización puede aumentar la probabilidad de que el parto ocurra durante las horas del día, cuando es más probable que el personal esté presente y brinde asistencia. La inducción puede mejorar la supervivencia del parto y también facilita la crianza temprana. Además, se sabe que los agentes utilizados para la inducción (es decir, prostaglandina= estimula la producción de calostro (Blavi et al., 2021).

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FIGURA 4. Ordeña de la cerda. Cortesía: Beltrán-Rosas, (2017).

La inducción del parto se suele realizar mediante la administración de prostaglandina natural (PGF2α), o un análogo sintético como el cloprostenol, antes de la fecha prevista del parto. También se puede administrar oxitocina para iniciar el proceso de parto. La oxitocina se administra típicamente entre 20 y 24 h después de la inyección de prostaglandina para estimular la contracción uterina. Sin embargo, se ha demostrado que el uso de oxitocina para desencadenar el parto es errático y diferentes estudios sugieren resultados contradictorios en términos de dosis y efectos secundarios. Por ejemplo, algunos autores han observado que su eficacia se correlaciona positivamente con la dosis, mientras que otros han observado efectos opuestos (Blavi et al., 2021).

La inducción del parto tiene beneficios, pero también riesgos para el bienestar y la productividad de la explotación porcina. Por ejemplo, las prostaglandinas que se administran demasiado pronto, antes del parto, aumenta el riesgo de lechones prematuros, lo que puede reducir su viabilidad. Otro riesgo asociado a la inducción es la distocia. Esto se asocia específicamente con la administración de oxitocina después del tratamiento con prostaglandinas, con evidentes efectos nocivos sobre el bienestar de la cerda y la viabilidad de la descendencia (Blavi et al., 2021).

Parto y la Atención de los Lechones

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FIGURA 5. Nacimiento del lechón sin fuente de calor. Cortesía: Beltrán-Rosas, (2021).

En el parto, los lechones tienen que recuperarse del estrés del nacimiento, para hacer frente a una disminución de la temperatura ambiente y para competir con sus hermanos. Sin embargo, los lechones nacen fisiológica e inmunológicamente inmaduros. Debido a la naturaleza epiteliocorial de la placenta porcina, los lechones necesitan recibir un suministro de inmunidad pasiva, principalmente de inmunoglobulina G (IgG) en el calostro (Muns et al., 2016).

Las investigaciones indican que la asistencia al parto puede aumentar la supervivencia de los lechones y el número de lechones destetados. Al estar presentes al momento del parto, se puede identificar rápidamente los lechones “débiles” y comenzar a ayudarlos. Sin embargo, cada productor debe verificar los costos y los beneficios de tener personal capacitado en la atención y cuidados en el parto (Reese et al., 2015).

El parto puede durar de 2 a 3 h o hasta 12 h más, la duración total del parto es diferente y depende de la raza, del animal, usualmente es más largo en multíparas y más corto primíparas (Fericean et al., 2011). Esto es evidente en hembras “viejas” con más de 5 partos, en donde el útero está ya más “cansado” y por lo tanto las concentraciones uterinas son más débiles, lo que hace que el parto sea más prolongado (comunicación personal Edgar Cervantes-Domínguez) La mayoría de los partos suceden en la noche, el intervalo de expulsión es de entre 10 a 30 minutos. Después del nacimiento los lechones comienzan a buscar los pezones de 10 a 20 minutos (Fericean et al., 2011).

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FIGURA 6. Lechón a una hora de nacimiento sin ser atendido. Cortesía: Beltrán-Rosas, (2021).

La producción de leche en cada pezón de la cerda podría generarse en diferentes cantidades, siendo los pezones anteriores los más productivos, y los más exigidos por los lechones de mayor tamaño y vitalidad, los pezones posteriores muestran una tendencia a tener menores ganancias de peso y peores valores de dominancia, mientras que los lechones que ocupan los pezones del medio muestran la más baja estabilidad de succión (Cumbe-Nacipucha, 2014).

Después del parto las cerdas permiten a los lechones mamar y tienen cuidado de no aplastar a sus lechones. La mayoría de los lechones se establecen en los pezones, después de 3 días de nacidos. La frecuencia de amamantamiento de 25 en 24 h, disminuyendo de 24 en la primera semana a 13 en la quinta semana. La duración de amamantamientos también disminuye con la edad de 5 a 4 minutos en los primeros 2 días, aproximadamente de 60 a 40 segundos en la octava semana (Fericean et al., 2011).

Los lechones muestran un comportamiento complejo de amamantamiento y de succión o chupado, la frecuencia de amamantamiento es de cada 50-60 minutos y la cerda requiere de estimulación por parte de los lechones antes de que salga la leche. Además de los estímulos sensoriales (vocalización, olor de la ubre, fluidos del nacimiento y patrones de pelo de la cerda) son particularmente importantes inmediatamente al nacimiento para facilitar la localización de las tetas por los lechones (Fericean et al., 2011).

Extracción de Calostro

La ingesta baja de calostro es probablemente la más influyente, la ingesta de calostro es crucial para el crecimiento de los lechones, ya que les proporciona la energía necesaria en una etapa muy temprana. Algunos autores han estudiado diferentes técnicas de manejo para mejorar la ingesta de calostro de los lechones después del nacimiento mediante el secado y la colocación cerca de la ubre para su mayor consumo de calostro (Muns et al., 2014). Extraer el calostro de la hembra para suministrar a cada lechón, esto se logra ordeñando a las cerdas durante el parto, evitando pérdida de los nutrientes, hormonas que contiene el calostro, entre otras sustancias de importancia fundamental para la vitalidad, desarrollo, crecimiento del neonato (Figura 4).

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FIGURA 7. Se muestra al lechón con los restos de las membranas fetales.

El manejo de ordeñar a la cerda nos permitirá saber perfectamente los pezones funcionales, de los no funcionales, lesionados, etc., asegurándonos que exactamente dejemos la cantidad de lechones con relación a los pezones, parchando con tela adhesiva aquellas tetas que puedan afectar la sobrevivencia de los lechones o el crecimiento (Beltrán-Rosas y col., 2011).

Intervención Obstétrica

Antes de realizar el manejo obstétrico, se debe lavar la vulva de la cerda con agua, posteriormente aplicar un antiséptico y secar con un paño limpio. Las manos y el brazo de la persona que realizará el manejo deberán lavarse a conciencia y las uñas deben estar cortas; se deberá usar guante obstétrico de plástico para reducir el riesgo de contaminación y también para proteger a la persona que realizará el manejo de una posible transmisión de enfermedades. Hans et al., (2001); citado por Herrera-Reyes y col., (2017) determinaron que la intervención obstétrica está indicada:

  • Cuando la gestación ha excedido los 118 días.
  • Cuando han transcurrido 30-45 minutos desde el nacimiento del último lechón.
  • Si han pasado 24 h desde los primeros signos de parto y no ha sido expulsado ningún lechón.
  • Cuando la cerda no es capaz de parir a pesar de presentar contracciones uterinas.
  • Salida de meconio de la vulva, aun cuando la cerda no ha pujado.
  • Descarga vulvar maloliente y de color obscuro.

Secado del Lechón

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FIGURA 8. Limpieza de las fosas nasales. Cortesía: Beltrán-Rosas, (2021).

En general, los lechones que nacen en jaulas húmedas, sin tapetes, sin fuentes de calor suplementario (focos y/o placas calefactoras) o en condiciones de corrientes de aire debido a la configuración de la ventilación, están predispuestos a una mayor mortalidad pre-destete (Figura 5). Las primeras 8 h del lechón neonato son las más difíciles, en este tiempo puede definir qué lechones vivirán, qué lechones morirán y cuántos pasarán al destete (Muns et al., 2016).

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FIGURA 9. Al momento del nacimiento secar a los lechones inmediatamente. Cortesía: Anzurez-España, (2021).

Los lechones nacen con poco tejido adiposo, que se utiliza para la termorregulación y nacen húmedos con fluidos placentarios y con una alta relación superficie/volumen (Figura 6), debido a su pequeño tamaño (Muns et al., 2016). Como consecuencia, las funciones de termorregulación no están completamente desarrolladas (Xiong et al., 2018), por lo tanto, los lechones recién nacidos son propensos al enfriamiento y al hambre (Muns et al., 2016).

Se debe evitar que los lechones tengan hipotermia y se mantengan activos y con una temperatura confortable (Reese et al., 2015). Ya que el lechón al nacer presenta restos de membranas fetales adheridas a su cuerpo y ollares. Además, se encuentra mojado y en ambiente con una temperatura más fría respecto a la del cuerpo materno, por lo que se expone rápidamente a la pérdida de calor (Figura 7; [Pérez, 2009]).

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FIGURA 10. Se muestra la utilización del polvo secante. Cortesía: Anzurez-España (2021).

Al momento del nacimiento al lechón se le deben examinar las fosas nasales para determinar que no se encuentre bloqueada la respiración por la presencia de restos de membranas fetales (Figura 8), meconio o líquidos placentarios (Pérez, 2009), use un paño, toallas de papel (Pérez, 2009; PIC, 2015).

En caso de que se presente respiración dificultosa convendrá practicarle masajes en el tórax para que pueda iniciar la respiración normal u otros manejos de reanimación, esta práctica simple dará como resultado más lechones vivos al nacimiento (Pérez, 2009).

A medida que los lechones nacen es una buena práctica secar a los lechones tan pronto como nacen frotando manualmente (Figura 9; [Pérez, 2009; PIC, 2015; Muns and Tummaruk, 2016]).

Se ha demostrado que el uso de polvo secante es eficaz para reducir la mortalidad posterior al parto (Figura 10; [Xiong et al., 2018]), una caja de calor o alguna combinación de éstos para secar a los lechones. Esto reducirá la cantidad de lechones letárgicos (PIC, 2015).

Secar a los lechones los ayudará a mantener calientes y activos hasta que reciban el calostro, en la Figura 11 se muestra la diferencia de temperatura corporal entre los lechones que fueron secados frente aquellos que no lo fueron. En el mismo ambiente, a los lechones no secados les llevó 90 minutos volver a la temperatura corporal normal frente a los lechones secados a los que solo los llevó 15-20 minutos (Figura 11; [PIC, 2015]).

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FIGURA 11. La gráfica muestra las diferencias entre los lechones secados y los no secados con respecto al tiempo en normalizar su temperatura corporal. Morales et al., (2010). Fuente: PIC, (2015).

Las cerdas paridas tienen una zona termoneutral de 18 a 20°C, y los lechones tienen una temperatura crítica de 28 a 30°C cuando se agrupan en una camada e incluso más al nacer. Los esfuerzos para proporcionar un ambiente cálido para los lechones o altas temperaturas durante verano pueden hacer que la cerda experimente estrés calórico. El impacto negativo de la alta temperatura ambiente en la producción de leche de la cerda y el consumo de alimento durante la lactancia ha sido bien documentado, especialmente en cerdas en jaula (Muns et al., 2016b).

Los lechones tienen el reto de inicializar su termorregulación durante las primeras 24 h. Los lechones recién nacidos casi no tienen depósitos de grasa cuando nacen, y la grasa representa aproximadamente el 1% del peso al nacimiento. Después del primer día de edad, los lechones comienzan a desarrollar grasa, y su depósito aumenta rápidamente al 2-3% del peso al nacer a los dos días, y alrededor del 10% en su primera semana de edad (Xiong et al., 2018). No posee aislamiento térmico debido su capa pobre de grasa subcutánea, se sabe que el valor de aislamiento del pelo aumenta la densidad de éste; las pérdidas de calor por convección y radiación se reducen aumentando el pelaje, de forma que el lechón recién nacido se encuentra en desventaja pese a que la densidad de su pelo (mg cm-2) se duplica durante las primeras dos semanas de edad (Ramírez-Necoechea y Alonso-Spilsbury, 1997).

La llegada del recién nacido al ambiente externo constituye uno de los desafíos más importantes de la vida, la rápida transición del entorno térmico altamente protegido del útero a 39°C (Varley, 1995; Ramírez-Necoechea y Alonso-Spilsbury, 1997; Quiles y Hevia, 2003), en el que la regulación de la temperatura corporal es realizada de forma eficaz por la madre a un entorno en que la temperatura es notablemente inferior, conlleva un riesgo potencial para la supervivencia (Varley, 1995). El lechón al nacer prácticamente sin defensas inmunológicas, es un animal termodependiente poco favorecido por la naturaleza pues nace con escaso pelo y con la piel húmeda (Ramírez-Necoechea y Alonso-Spilsbury, 1997; Veum and Odle, 2001; Lay, 2002; Barlocco, 2004), en este momento puede descender su temperatura corporal del lechón de 6-7°C bajo condiciones ambientales de frío pero en condiciones óptimas, solo descenderá 2°C (Ramírez-Necoechea y Alonso-Spilsbury, 1997), encontrando también cambios en sus fuentes energéticas, de un suministro continuo de glucosa a través de la placenta a aportes discontinuos de calostro bajo en carbohidratos y altos en grasa, implica que el lechón es rápidamente capaz de obtener glucosa a partir de la gluconeogénesis para sus tejidos dependientes de glucosa y para la oxidación de las grasas (Herpin y Le Dividich, 1995).

La temperatura ambiente es otro factor clave en los lechones ya que en los primeros días (2 primeros días post-parto; [Veum and Odle, 2001; Cumbe-Nacipucha, 2014]), de vida del lechón es muy importante el mantenimiento de la temperatura ambiental en la zona de los lechones entorno a los valores que permitan al propio lechón mantenerse dentro de la neutralidad térmica (Cumbe-Nacipucha, 2014), sin embargo Barlocco, (2004), menciona que la termorregulación funcional, se va desarrollando a medida que el animal avanza con la edad aproximadamente a los 21 días de vida (Figura 12).

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FIGURA 12. Efecto de la temperatura ambiental sobre el descenso de la temperatura rectal luego del nacimiento. Fuente: Barlocco (2004).

Durante los meses de verano, la mortalidad de los lechones es mayor que en otras temporadas. En consecuencia, las cerdas destetaron 1,4 lechones menos en verano que en invierno. La alta temperatura de lechones observada durante el verano puede haberse asociado con estrés por calor, en respuesta al estrés las cerdas redujeron el consumo de alimento. La ingesta reducida se asocia con un menor peso de la camada en el momento del destete, lo que puede indicar una producción deficiente de leche.

El estrés por calor en las cerdas también puede resultar en partos difíciles, lo que se asocia con una tasa más alta de mortinatos (Li et al., 2009).

Hipotermia, la temperatura ambiental es otro factor clave ya que en los primeros días de vida del lechón es muy importante el mantenimiento de la temperatura ambiente en la zona de los lechones entorno a los valores que permitan al propio lechón mantenerse dentro de la neutralidad térmica (Cumbe-Nacipucha, 2014). La hipotermia altera el metabolismo de los carbohidratos del recién nacido inhibiendo la liberación de insulina, lo que aumenta la secreción de catecolaminas. El lechón recién nacido manifiesta estrés por frío cuando la temperatura ambiental es inferior a los 34°C. Un lechón hipotérmico tiene menor capacidad para mamar, presenta signos de letargia y es presa fácil de ser aplastado por la madre. La hipotermia puede entonces, predisponer a inanición y aplastamiento. Dependiendo de su intensidad y duración, se considera que la hipotermia es una fuente de sufrimiento en el neonato (Alonso-Spilsbury y Ramírez-Necoechea, 2016).

Factores ambientales no infecciosos también impulsan directamente el rendimiento de la piara a través de la dieta y las condiciones climáticas, o indirectamente al afectar la aparición y la gravedad de las enfermedades. Los factores ambientales no infecciosos actúan sobre la carga de patógenos (es decir, la cantidad de microorganismos a los que está expuesto el cerdo), la intensidad y frecuencia de la exposición del patógeno, y sobre el cerdo, modulando los mecanismos de defensa a través de los cuales el cerdo maneja la carga de desafío de los patógenos. El resultado de la enfermedad a su vez depende del equilibrio entre la presión del patógeno y la capacidad del cerdo para hacerles frente. En los sistemas modernos de producción porcina, múltiples factores ambientales pueden interferir con este delicado equilibrio y deben considerarse y adaptarse para reducir la incidencia y la gravedad de la enfermedad y, por lo tanto, mejorar la rentabilidad de la granja (Fablet et al., 2018).

Artículo publicado en Los Porcicultores y su Entorno Septiembre Octubre 2021

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