Fiebre Aftosa

Redacción BM Editores.

La Fiebre Aftosa es una enfermedad producida por un virus (Picornaviridae, Aphthovirus), del que se han identificado 7 diferentes serotipos; la vacunación contra un serotipo no protege contra otro, por lo tanto, las vacunas para una zona deben ser para el serotipo existente; el virus se inactiva a un pH menor a 6.5 o mayor de 11 y sobrevive en leche, productos lácteos, médula ósea y nódulos linfáticos.

La enfermedad es altamente contagiosa y afecta a los animales de pezuña hendida domésticos como son los bovinos, caprinos y porcinos y otras especies silvestres.

Se disemina esencialmente por animales enfermos, pero también por medios de transporte y elementos contaminados; se caracteriza por la formación de vesículas y erosiones en la membrana de la mucosa oral o sobre la piel de los pezones y de las patas; es de baja mortalidad, pero de alta morbilidad.

Tiene gran poder de diseminación al no respetar fronteras; reviste especial gravedad por sus consecuencias socioeconómicas y sanitarias, debido a las pérdidas que ocasiona en la producción de leche, carne y otros productos.

Genera altos costos de control y erradicación, tiene efecto en el comercio internacional de animales, sus productos y subproductos, por lo que la vuelve muy importante por las prohibiciones y restricciones que establecen los países libres de la enfermedad, como es el caso de México, desde 1954.

La erradicación de esta enfermedad en nuestro país, constituyó un gran logro en la salud de los animales, con la culminación de un esfuerzo conjunto por parte de productores, médicos veterinarios, autoridades civiles e inclusive, militares, teniendo un alto costo social  y pérdidas cuantiosas en la ganadería del país, con el sacrificio de más de un millón de cabezas de ganado y la producción y aplicación de 60 millones de dosis de vacunas.

A partir del brote de Fiebre Aftosa ocurrido en México en 1946, se creó en 1947 la Comisión México-Americana para la Erradicación de la Fiebre Aftosa, que contribuyó a la erradicación de la enfermedad del territorio nacional, que se logró en 1954, constituyéndose, posteriormente en la Comisión México-Estados Unidos para la Prevención de la Fiebre Aftosa y otras Enfermedades Exóticas de los Animales, encargada de proteger al país de este tipo de enfermedades que, de arraigarse, afectaría de manera grave la producción pecuaria y economía de México.

Por otro lado, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, (hoy SADER), publicó el 5 de abril del 2001, en el Diario Oficial de la Federación (DOF), el acuerdo por el que se establecen las medidas de emergencia para prevenir la introducción de la Fiebre Aftosa a México, entre las que destacan:

Se prohíbe la introducción de animales vivos susceptibles a la enfermedad, que incluyen animales de pezuña hendida domésticos y silvestres, armadillos, erizos, roedores, entre los que se encuentran ratas, ratones, cuyos, entre otros, nutrias, osos pardos, elefantes, búfalos, conejos, chinchillas, así como productos y subproductos, incluyendo materiales biológicos y alimenticios, originarios y procedentes de países afectados que no sean reconocidos por México como libres o considerados de riesgo.

Estos datos nos tienen que hacer reflexionar sobre la apertura de las fronteras para la importación de productos cárnicos, procedentes de países que tienen problemas todavía con esta enfermedad o de alguna manera la tienen controlada con vacunación.

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