Argumentar o persuadir

Antonio Palomo Yagüe

La nueva Ley de la Cadena Alimentaria basada en el Real Decreto- ley 5/2020 de 25 de febrero prohíbe la destrucción de valor de un producto a lo largo de la cadena alimentaria (creación de valor), lo que implica, a priori, que ningún eslabón de la cadena venda por debajo de lo que ha pagado al eslabón anterior.

Esta normativa trata de mejorar la Ley 12/2013 de 2 de agosto en la que se promulgaban el código de buenas prácticas mercantiles en la contratación alimentaria. Ya en 2008 dentro de la UE se comenzaron los trabajos para que hubiera más trasparencia en la cadena alimentaria (agricultores-ganaderos, industriales, distribuidores, puntos de venta y consumidores). Esto supone pasar del trato al contrato, siendo esencial como en el resto de sectores empresariales.

El trato trata de persuadir y el contrato argumentar. Acabamos de celebrar Halloween, donde ¿truco o trato? lo hemos oído cuando los niños se han acercado a nuestras casas con el objetivo de obtener algunas monedas a cambio de golosinas, lo que en mi caso es fácil de conseguir. El truco es una amenaza de broma, por lo que también se utiliza “dulce o truco – dulce o travesura – truco o trueque”. Realmente se trata de un juego fonético o paronomasia, ya que más que un truco se trata de un susto. Y es que muchos trucos como bromas o travesuras pueden traducirse en sustos.

En la película de Walt Disney de 1952, donde se proyectan una serie de bromas entre el Pato Donald y sus sobrinos con la Bruja Hazel, tienen como fin darles un truco en vez de un trato. A buen seguro que los jugadores de cartas bien conocen los trucos, que no los tratos, como el caso del “truco valenciano”. Contrariamente a lo que muchos piensan asociando esta festividad del 31 de octubre a los americanos, se inició en la Edad Media en Europa, donde en el siglo XV en nuestro vecino Portugal ya los niños llevaban la calabaza tallada y una vela en su interior, así como en nuestras tierras gallegas donde se pedía el migallo (amasijo de castañas), y en Ibiza pedían comida en sufragio de las almas. Los primeros datos de su celebración en Estados Unidos son de hace tan solo 100 años, adquiriendo la popularidad actual a partir de 1950 derivada de la campaña de Unicef Trick-or-Treat.

¿En qué sector se permitiría vender por debajo del costo de producción? Según la normativa esto no es factible, pero creo que la mayoría de nosotros, bien sabemos que es real, y lo estamos viviendo en estos mismos momentos en nuestro sector porcino de capa blanca. Claro que las reglas del mercado sobre oferta y demanda no sé si dejan margen a que esta base de la ley se pueda cumplir en un mercado globalizado (véase precios desorbitados de cereales en un año de una excelente cosecha de los mismos). Quizás, sabiendo las diferencias conceptuales entre truco y trato, nos pueda dar alguna luz al respecto.

Se define truco al engaño, el timo o la treta que una persona puede llevar a cabo para cumplir un objetivo o llegar a una meta. El trato es la forma en que una persona nos relacionamos con otras o con los animales, base del concepto de bienestar. A mi entender el truco cabe dentro del trato, que no dentro del contrato, al tiempo que la persuasión puede formar parte de los dos primeros, mientras la argumentación está más intrincada con el contrato. Argumentar, en general, es ofrecer razones que apoyan una determinada proposición propia mientras que persuadir es conseguir con razones y argumentos que una persona actúe o piense de un modo determinado. En el primer caso prevalece la voluntad propia mientras en el segundo caso la voluntad ajena. ¿Cuál es tu voluntad? En este punto, el que quiera profundizar, quizás, no estaría de más leerse el libro escrito por el botánico, compositor y filósofo francés Jean-Jacques Rousseau en 1762 titulado “El contrato social” o ver la película “El contrato del dibujante” de Peter Greenaway que se basa en la persistencia del engaño, y que los críticos de cine definen como un film deliciosamente superficial, un trampantojo y un truco de la perspectiva tanto formal como conceptual.

La exigencia de un contrato crea valor dentro de la cadena alimentaria como es lógico pensar, sabiendo que éste es un acuerdo jurídico de voluntades por el que se exige el cumplimiento de algo determinado acordado. Este acto privado crea obligaciones y derechos entre las partes según el derecho mercantil, y está regulado por el Código Civil (artículo 1254), estando regido por el principio de autonomía de la voluntad lo que conlleva una responsabilidad por daños y perjuicios. Los cuatro apartados esenciales de un contrato atañen a la capacidad de las partes, la causa, el consentimiento y objeto del mismo. Los contratos pueden ser orales o escritos.

En el pasado, los orales eran válidos cuando la palabra tenía el valor contractual, y existían “personas de palabra”, y por lo tanto, el contrato tenía palabra. Muchos bien conocen aquellos tratos como el que hacía mi propio Padre en el Azoguejo de Segovia los jueves del siglo pasado con el comprador de nuestros cerdos, donde solo con la palabra y un apretón de manos fijaban el peso-precio de los cerdos esa semana, y éste rigurosamente se cumplía a la semana siguiente cuando el comprador le pagaba en metálico/mano el importe acordado.

Eso del pago en metálico a 7 días ya era mejor que el propio que obliga la ley actual de 30 días, y sin descuentos ni gravámenes. ¿A alguno de ustedes se le ocurriría en este momento hacer este tipo de contrato oral? Personalmente pienso que todo, al menos en el mundo laboral, debe quedar por escrito. Y aún, así, atención a dichos contratos, que reflejen todos los puntos de forma fehaciente y correctamente argumentada. Considero importante diferenciar en dichos contratos los argumentos de los aspectos persuasivos, que viene a ser como diferenciar, a groso modo, entre la letra normal y la letra pequeña. No es lo mismo palabra de persona que persona de palabra. A mí me gustan mucho más las segundas.

Esta columna va dedicada a todos y cada uno de nuestros familiares y seres queridos que ya no están con nosotros físicamente, pero sí son nuestro argumento vital. Mi respeto y cariño para todos nuestros SANTOS.

También quiero agradecerles a todos los lectores de esta columna por sus comentarios, que me ha permitido llegar a la número 100. ¡GRACIAS!

“No levantes la voz… mejora tu argumento”
Desmond Tutu (1931) Clérigo sudafricano Premio Nobel de la Paz 1984.

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