Mitos y la Industria Avícola

DR. NICK DALE.
Poultry Science Dept.
University of Georgia. Athens, Georgia, EE.UU.

Es ampliamente reconocido que el pollo es la forma más eficiente de convertir sustancias proteicas que normalmente no son consumidos por humanos en alimentos nutritivos muy apreciados. Así, es curioso que no faltan los que desean criticar a nuestra industria, divulgando creencias negativas. Estas creencias los podemos llamar mitos. Es altamente importante corregir cualquier creencia falsa sobre la avicultura, no sólo para limitar cualquier daño a la industria, sino aún más importante proteger la imagen de los productos avícolas que contribuyen a la alimentación humana. Es el objetivo de esta presentación revisar uno de estos mitos.

MITOS VS. MENTIRAS

Al inicio, hay que recordar que hay una diferencia profunda entre “mitos” y “mentiras”. Se ha escuchado varias mentiras lanzadas por grupos con intereses adversos a la avicultura, tal como los que llamo “vegetarianos militantes”. Su objetivo sencillamente es de atacar productos de origen animal, empleando mentiras sensacionales. Un ejemplo (en los Estados Unidos) es la alegación de que madres que consumen alitas de pollo durante el embarazo tienen niños con genitales encogidos. Obviamente, no vamos a perder tiempo tratando de defender la industria avícola contra alegaciones así de absurdas. Sin embargo, a los mitos debemos tomarlos en serio, si alguien del público realmente lo cree, y se preocupe de la producción y sanidad de nuestros productos, es nuestra responsabilidad tratar de corregir cualquier creencia equivocada. Entonces, bien vale la pena pensar en qué consiste un mito. Los seres humanos nacemos con ganas de entender las cosas en nuestro alrededor. Así, por ejemplo, tienen origen los mitos de creación en casi todas las civilizaciones. Otros mitos surgen por querer resolver dudas que no tengan explicación evidente. El ser humano es inquieto y con buena imaginación. Cuántas veces lo hemos escuchado: “Mamá lo sabe todo… y lo que Mamá no sabe, ¡¡¡Mamá inventa!!!”. Creencias sin fondo (rumores) fácilmente se convierten en mitos. No es raro que un mito tenga como origen algo que provoca inquietud que nos hace un poco dudoso, y así alista la mente a creer una explicación no necesariamente cierta. Así, para contrarestar los mitos, debemos tratar de entender su origen y con argumentos lógicos y sencillos demostrar que son falsos o exagerados.

LAS HORMONAS

El mito de que se usa hormonas en la producción avícola claramente ilustra estos puntos. Al contemplar la tasa de crecimiento extraordinario de los pollos de engorde actual, no es raro que el público sospecha que estamos haciendo algo ilícito. –¿Y porque no? Si usan hormonas para estimular la producción de leche en vacas y aumentar la carne magra en suinos. Se ha confirmado que un sin número de atletas han usado sustancias prohibidas en competencias internacionales. Entonces… ¿por qué no los avicultores? – Tenemos que reconocer que éstas son dudas razonables, especialmente tomando en cuenta que pocas personas no entienden ni lo más básico de la endocrinología.

Para contrarestar un mito, es útil empezar como punto de partida algo con lo que el público ya está familiarizado. Así, se establece desde el principio un nivel de credibilidad. En el caso del mito de las hormonas, primero se nota que hay sólo dos hormonas que vale la pena mencionar… la del crecimiento y el estrógeno. Todos ya saben que la hormona insulina se usa para controlar la diabetes. También se reconoce que la insulina se administra con inyección y no por vía oral. Siendo una proteína, la insulina se digeriría en el estómago igual que cualquier proteína en el alimento y así perder su actividad. Como la hormona de crecimiento también es una proteína, habría que inyectar cada pollo todos los días, lo cual obviamente sería imposible. Aparte de eso, se podría explicar que el pollo ya está creciendo con el máximo de metabolismo y al forzarlo aún más tendría consecuencias muy negativas, como un aumento en la incidencia de problemas locomotores o ataques al corazón (muerte súbita).

Es aún más fácil tratar el tema del estrógeno, una hormona femenina, porque su uso sería totalmente ilógico. Hace 60 años, cuando se sacrificaban las aves a las 16 semanas de edad, se podría usar estrógeno para hacer más blanda la carne de los machos. Ahora, aparte de ser ilegal, es innecesario. Como se sacrifican los pollos a las 5 ó 6 semanas de edad, la carne aún es tierna. Es más convincente anotar que en las aves el macho crece más rápido que la hembra. Aplicando estrógeno, una hormona femenina, la tasa de crecimiento de 50% de la parvada (es decir, los machos) se reduciría. ¿Para qué decir más?

LOS “SEMI-MITOS”

La industria avícola ha sido criticada también por otros supuestos “delitos”. La diferencia con estas acusaciones es que, a veces, son parcialmente válidas. Estas bien pueden ser exageraciones, o reflejan situaciones que la industria, parcial o totalmente, ya ha resuelto. En estos casos, nos conviene reconocer la posibilidad de que la producción avícola en gran escala puede ocasionar ciertos problemas, y demostrar los pasos que las empresas han tomado para prevenirlos. Es importante que ya se hayan adoptado estas políticas antes que los problemas aparezcan en la prensa. Dos ejemplos sirven para ilustrar este punto.

La posibilidad de contaminación ambiental es una preocupación del público, y por supuesto de nosotros también. Sin duda, hay que reconocer la posibilidad de la contaminación, y problemas que la industria avícola puede ocasionar, esto ha pasado en años anteriores. Aguas saliendo de las procesa- doras pueden ser desastrosas para la vida acuática de los ríos y de la sanidad de personas viviendo en su ribera. Tenemos que poder enseñar las medidas efectivas que la industria ha tomado para tratar estas aguas. En cuanto a la disposición de camada de los galpones, hay muchos ejemplos en que empresas han colaborado con agrónomos de universidades diseñando programas para aprovechar su valor como fertilizante. En el estado de Georgia (EE.UU.), por ejemplo, se ha establecido que la camada usada tiene una composición de nitrógeno/ fósforo/potasio, ideal para el cultivo de algodón, una cosecha importante para el estado. Teniendo ya establecido trabajos de este tipo, documentando los contactos profesionales y las medidas tomadas para no sobrecargar los suelos con nutrientes, demuestra claramente la seriedad de la industria en esta área, y confirmar que somos muy conscientes de nuestra responsabilidad ambiental.

Hoy día el público está demostrando mayor interés en el bienestar animal, lo cual es totalmente correcto. Debe ser obvio que un animal maltratado no puede alcanzar su potecial genético para producir carne y huevos. Lamentablemente, en el pasado la crianza de pollos no siempre se llevaba con una preocupación adecuada en esta área, así dando inicio a un mito. Actualmente, con un teléfono alguien ahora puede filmar a un empleado maltratando a los animales, algo que ha pasado varias veces en los Estados Unidos. Las empresas tienen que estar en posición para responder, comprobando que semejante maltrato es una excepción y algo no permitido. Una práctica efectiva es formular una política (por escrito) muy clara sobre el trato de las aves, estableciendo lo que se espera del empleado y lo que es estrictamente prohibido. Cada empleado tiene que firmarlo, estableciendo una justificación para disciplinarlo si resulta indicado. Eso demuestra el compromiso de la empresa en cuanto al bienestar animal.

RESUMEN

Existen varios mitos relacionados con la producción avícola, casi todos negativos. Reflejan de mal sobre las empresas avícolas y sus empleados y profesionales. Una vez descartando acusaciones que obviamente son mentiras, debemos tomar los mitos en forma seria porque representan una preocupación de nuestros clientes. Evaluando el origen de cada mito, es posible que podemos tomar ciertas acciones para ayudar al público a entender mejor la producción avícola, y así poco a poco degradar la credibilidad de los mitos.

Artículo publicado en Los Avicultores y su Entorno Agosto-Septiembre 2017

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